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3 razones detrás del aumento de cultivos de coca en Perú

El número de hectáreas de hoja de coca en Perú ha sido tema de debates recientes. Varios informes indican que los cultivos han aumentado y que se están expandiendo por todo el territorio.

 

Laura Avila

 

La extensión sembrada de coca creció a 88.200 hectáreas en 2020, un 22 por ciento de aumento con respecto al año anterior, según cifras de la Oficina de la Política Nacional del Control de Drogas de la Casa Blanca (ONDCP por sus iniciales en inglés). Pero Devida, el organismo antinarcóticos de Perú, cuestionó ese estimativo, señalando que el informe contenía una “serie de errores”. Devida aún no publica su informe para 2020.

Esta no es la primera vez que la Casa Blanca y el gobierno peruano están en desacuerdo sobre los cálculos de los cultivos de coca. En 2019, la ONDCP reportó 72.000 hectáreas en Perú, mientras que Devida informó sobre 54.655 hectáreas.

No son raras las discrepancias entre estimativos de cultivos de coca por cuenta de la metodología o la tecnología. Por un lado, Devida sostiene que sigue métodos que fueron instaurados y aplicados en el país por la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) hasta su salida en 2018. Las mismas variaciones se han observado en Colombia, mayor productor de cocaína de la región.

Más allá del desacuerdo, InSight Crime recibió confirmación de varias fuentes, incluyendo autoridades nacionales, sobre el irrefutable aumento de hectáreas de coca en todo el territorio peruano. A continuación se exploran tres posibles razones detrás de este incremento.

1. Se detuvo la erradicación forzada debido al COVID-19

Durante el 2020, la erradicación forzada de hoja coca se suspendió debido a la emergencia sanitaria que desató el coronavirus. Los recursos y la vigilancia policial se redireccionaron al rescate económico, lo que paralizó buena parte de las actividades de Devida.

«Estamos viendo un crecimiento explosivo de los cultivos ilegales de coca como consecuencia de la desatención del gobierno a partir de la emergencia sanitaria», afirmó Rubén Vargas, el exministro de Interior de Perú, en una conversación con InSight Crime.

Además, la Policía Nacional, otra institución que acompaña los procesos de erradicación, tuvo que enfocar sus esfuerzos en el cumplimiento del confinamiento y las restricciones de movilidad. Más de 50.000 policías contrajeron el virus y más de 700 murieron por esa causa.

En este escenario, la interdicción y la erradicación que estos efectivos usualmente acompañan, quedaron de lado y la capacidad de esta institución se vio comprometida.

2. Efecto globo: expansión de los cultivos a otros territorios

Cuando se destruyen plantíos en una región, los narcotraficantes por lo general mueven los cultivos hacia otras áreas.

El ejemplo más ilustrativo del traslado de cultivos ocurrió en el departamento de San Martín, norte del país. En los primeros años de la década de los 2000, en esa región se logró la erradicación sostenida de los cultivos de coca, en línea con la instauración de proyectos de desarrollo alternativo.

Mientras el gobierno perunao promocionaba el éxito de «El Milagro de San Martín» como un modelo replicable, la coca se trasladó permanentemente al Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM).

Este espeso y selvático terreno se ha posicionado como el área de producción más importante de coca en Perú, concentrando entre el 55 y el 70 por ciento del total de los cultivos. Esta zona se ha convertido en el foco de las campañas de erradicación, una tarea dificultada por la espesura de la vegetación y la falta de garantías de seguridad ligadas a la presencia histórica de remanentes de la guerrilla de Sendero Luminoso en este territorio.

Mientras que toda la atención se volcaba a esta estratégica área para el narcotráfico, los cultivos de hoja de coca se continuaron expandiendo silenciosamente hacia otras regiones. Diversas fuentes entrevistadas por InSight Crime coinciden en que los cultivos han crecido exponencialmente en territorios cercanos a las regiones fronterizas con Brasil, Colombia y Bolivia.

3. Migración de la ciudad al campo

Un último factor que pudo haber incidido en el aumento de la producción de hoja coca está ligado a la crisis económica derivada de la pandemia del COVID-19.

Según el exministro del interior Carlos Basombrio, personas que vivían en la zona urbana fueron expulsadas al campo a raíz de la pandemia. De acuerdo con su último libro sobre economías criminales en Perú, más de 200.000 personas iniciaron un retorno a sus lugares de origen en distritos y zonas rurales en 2020.

Una vez allí, la siembra de coca o el trabajo en las plantaciones pudo haberse convertido en una de las pocas opciones económicas viables.

En el pasado, la población peruana ha emprendido el cultivo de coca como medio de sustento.

Por ejemplo, cuando los precios del café bajan, los agricultores abandonan sus sembrados y se van a trabajar en plantaciones de coca.

El general Raúl del Castillo, director de la policía antinarcóticos de Perú, comentó en entrevista con InSight Crime que «una vez que pasa la segunda ola del virus ya la gente estaba en crisis. Mucha gente que no se dedicaba al narcotráfico, pero que necesitaba ayuda, entró [al negocio] ilegal para subsistir”.

(Article published in InSight Crime) – Creative Commons License

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