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Londres paralelo, vidas paralelas

Hace muy poco un amigo mío se encontró, al levantarse, con que su calle en Bethnal Green había sido el campo de batalla entre dos bandas rivales.

 

Steve Latham

 

En lugar de la característica violencia de negros contra blancos de los años 90, este había sido un enfrentamiento entre dos bandas orientales.

En algunas zonas de Londres, el puzzle de comunidades étnicas convive codo con codo. Puede que haya concentraciones de ciertos grupos, pero también se da la vida entremezclada de diversas comunidades.

Posiblemente para algunos (especialmente para la gente más pobre) la comunidad siga estando geográficamente definida. Pero para muchos, lo que da forma a su comunidad es el sistema de relaciones personales.

Cruzamos hasta la otra punta de la ciudad para estar con gente como nosotros; con la que compartimos un país de origen, el gusto por un tipo de comida, de música o la misma religión.

Sabemos más sobre los amigos que viven al otro lado de la ciudad que sobre nuestros vecinos.

En una sola planta de un bloque de apartamentos pueden vivir personas de varias nacionalidades.

En algunos apartamentos hay familias enteras, y en otros habita un conglomerado de gente que alquila habitaciones individuales, a menudo varios por habitación, cuyo dueño compró el apartamento de protección oficial para poder alquilarlo.

Con tan poco en común, es difícil construir una verdadera comunidad en cualquier vecindario.

En una misma calle pueden suceder cosas, surgir eventos, que nos sacuden: como el mini-disturbio en el caso de mi amigo.

Podemos pasear por la misma zona, el mismo bloque de apartamentos de protección oficial o la misma calle comercial, y crear mentalmente un mapa totalmente distinto del de otra persona.

Adquiere un significado completamente distinto dependiendo de nuestra edad, género, si tenemos familia o no, y de nuestros intereses personales. Notamos hechos distintos, nos suceden distintas cosas.

Puede que una zona le parezca segura a un individuo de raza blanca de mediana edad. Pero para un adolescente de minoría étnica, el mismo barrio puede parecerle muy peligroso.

Los varones de entre quince y veinticinco años corren un alto riesgo de violencia callejera, en forma de amenazas de bandas locales asentadas en barriadas. Estas bandas defienden su terruño de cualquier posible invasor.

A mi propio hijo he tenido que traerle la policía a casa tres veces: no porque hubiera hecho algo, sino por haber sido atacado por bandas callejeras en su camino del colegio a casa.

En dos ocasiones su ropa de colegio estaba toda manchada de sangre. En la familia nos asustamos; si alguno de los asaltantes hubiera sacado una navaja, podrían haberle matado.

Para los jóvenes, este es un incidente que se da demasiado a menudo. Uno de ellos era Jimmy Mizen, asesinado en Lewisham en 2008.

Su familia respondió a esta tragedia con amor, compasión, y con el perdón. Abrieron el Café de la Buena Esperanza (Café of Good Hope) en Hither Green en memoria de su hijo, pero también para ayudar a otros jóvenes.

Los jóvenes están redirigiendo sus vidas hacia mejores salidas a través de la formación y las oportunidades educativas.

La gente joven necesita apoyo. Pero en Londres, los recortes en educación y las ayudas a la juventud se traducen en que ese apoyo no es algo venidero.

Las vidas paralelas que vivimos en la capital encubren los problemas de la gente. Necesitamos más iniciativas sociales civiles para hacerles frente.

(Traducido por Pilar Serrano) – Fotos: Pixabay

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