Se nos quiere vender la idea de que nuestra ciudad es sostenible y resiliente. Para lograr la sostenibilidad ambiental y mitigar el cambio climático, se requiere que las ciudades den un manejo prioritario a su entorno natural y conserven su diversidad biológica y ecosistémica.
También es importante que se dé un urbanismo con mínimo impacto, que se reduzca la contaminación atmosférica, se controle el crecimiento de la ciudad y que la movilidad urbana no sea contaminante.
Igualmente se requieren espacios numerosos y amplios para los peatones y para el transporte en bicicleta, un transporte masivo más amigable con el ambiente, y el mejoramiento y ampliación de zonas verdes para el disfrute ciudadano. La ciudad sostenible no es posible si no existe plena y amplia participación de la ciudadanía en las determinaciones gubernamentales que impacten sobre todos y todas quienes habitemos la localidad.
Tampoco es posible si la población a plenitud no goza de servicios de óptima calidad, ni se le garantiza el acceso a los mismos.
Una ciudad sin vivienda digna, educación y salud para todos y todas no se podrá considerar como tal. Una ciudad sostenible “Es una ciudad que se construye a si misma de acuerdo a unos principios ecológicos, educadores y en igualdad”.
Sostenibilidad también es autoabastecimiento y soberanía energética, promoviendo las energías alternativas y/o renovables. Es aprovechamiento integral de los residuos y disminución del consumismo, incentivo de las tecnologías limpias y eficientes.
Y es, también, recuperación y mejoramiento de “viejas” edificaciones y aéreas urbanas, en lugar de expansiones en detrimento del área rural.
Pero si no tenemos soberanía alimentaria tampoco alcanzaremos dicho objetivo. Si no logramos cultivar en nuestro entorno citadino y rural los alimentos que necesitamos, difícilmente lograremos la ciudad requerida.
Por tanto se deben promover – en todos los espacios posibles – los mercados campesinos y agroecológicos con agricultura y alimentos que estén a la mano. La resiliencia de una ciudad va de la mano con su sostenibilidad. Ya que si ésta no lo es, no estará en capacidad de “absorber perturbaciones”, y las mismas no pueden ocurrir únicamente por algún “desastre natural” como los terremotos que sucederán con alguna periodicidad, o las explosiones o erupciones volcánicas que tarde o temprano se volverán a presentar.
Hoy en día, como consecuencia del evidente cambio climático, provocado por la misma acción de la sociedad humana y con más exactitud por este sistema económico expoliador y destructor de nuestro planeta, los desastres son cada vez más frecuentes.
Las sociedades o territorios que no estén preparados a los mismos se verán en serios aprietos para sobreponerse, y tienen toda la posibilidad de sucumbir sin poder hacer resistencia.
Largas sequías y torrenciales lluvias, aumento sustancial de la temperatura promedio, aumento del nivel del mar y avance de este sobre costas y aéreas insulares, crecimientos de zonas áridas y desérticas, incendios forestales, grandes inundaciones, erosiones, pérdida de la diversidad biológica y demás. Todo esto está acompañado de cada vez mayores olas de migraciones ambientales de comunidades enteras, que en lo sustancial son provocadas a su vez por los factores anteriormente expuestos.
Los estudiosos del tema han considerado algunos aspectos esenciales que deben tenerse en cuenta, si se desea que la mitigación y la resiliencia sean una posibilidad para la existencia de las ciudades.
Algunos de estos son: Agricultura local, Ciudad caminable, Redes de comunicación, Biomimetismo, Energías renovables, Sistemas públicos de bicicletas, Resiliencia social, Financiamiento y recursos garantizados, Evaluación de riesgos multi-amenaza, Protección, mejoramiento y resiliencia de la infraestructura, Protección de las instalaciones vitales: Educación y Salud; Reglamentación de la construcción y planificación territorial; Capacitación, educación y concientización pública, Protección ambiental y de los ecosistemas; Preparación, alerta temprana y respuestas eficaces, y Recuperación y reconstrucción de comunidades. Por último, queda preguntarnos si de verdad nuestras ciudades son sostenibles y resilientes. Preguntarnos si en medio de este desastre ecológico planetario será posible su permanencia en el tiempo. O si tendrán la posibilidad de garantizar una calidad de vida digna para sus habitantes o simplemente colapsarán por no haber asumido las tareas necesarias y urgentes.
*John Elvis Vera S: Ambientalista. vera.suarez.john.elvis@gmail.com
(Fotos: Pixabay)