Cultura, En Foco, Opinión, Páginas

Chelsea Manning: lo personal y lo político

El mito de Narciso es familiar. Ve su reflejo en un estanque y, como dice Ovidio en «Metamorfosis», «se enamoró de una esperanza vacía, una sombra confundida con sustancia».

 

Chelsea Manning. Foto de Gregor Fischer / republica GmbH / Flickr. Creative Commons License.

Sean Sheehan

 

Su caída víctima de su propio reflejo sirve como metáfora de la aceptación petrificada del aspecto de las cosas, la asunción de lo dado como inalterable, un objeto del que el observador permanece apartado.

Narciso, imaginando lo que veía como exterior a sí mismo, nunca se dio cuenta de que su reflejo era una realidad mediada por su propia subjetividad. Anhelante, nunca escapó de su identidad (mal) asumida.

Chelsea Manning, que no era Narciso, llegó a rechazar el conocimiento como la imagen especular de un mundo exterior inmutable, abierto a la contemplación pasiva. Nada de suspirar por ella.

Nacida en 1987 y criada en la Oklahoma rural, cuyos recuerdos «permanecen en mi memoria como hermosas y polvorientas instantáneas», pronto se dio cuenta de que su imagen infantil en el espejo no era un reflejo fiel.

La primera vez que besó a un chico tenía unos diez años y sus compañeros de colegio, que no sabían lo que significaba el término, se burlaron de ella por ser gay. Tres años antes, cuando Timothy McVeigh mató a 168 personas en Oklahoma City, el terrorismo que entró en su mundo fue obra de un estadounidense. Su infancia de género conflictivo, con padres alcohólicos y un padre violento, termina con el 11-S.

Manning empezó a investigar un tratamiento hormonal antes de que su padre le sugiriera alistarse y así, extrañamente, se alistó en el ejército; el deseo sexual y los problemas de género entraron en hibernación. Sus avanzados conocimientos informáticos la ayudaron a triunfar como analista de inteligencia. Sólo tenía 21 años. En 2009 llegó a Irak y una conciencia cada vez más profunda de no querer ser un hombre acompañó al deseo de que no muriera gente debido a la naturaleza del trabajo. Su motivo para divulgar archivos clasificados y el vídeo del «asesinato colateral» a Wikileaks fue el deseo de romper la ilusión de un falso reflejo retroalimentado por los medios de comunicación.

Tras ser detenida en 2010, fue encerrada en una jaula, diseñada para un animal grande, dentro de una tienda de campaña, donde permaneció 59 días. Después fue trasladada a Estados Unidos, donde continuó el trato vengativo, incluidos nueve meses en régimen de aislamiento.

Manning fue condenada a treinta y cinco años de prisión pero, fuera del confinamiento solitario, aprendió a hablar de nuevo con la gente, a leer con voracidad y a «crear mi propio yo». Con increíble valentía emprendió la lucha por el cambio de género y el tratamiento hormonal mientras estaba encarcelada en una institución penal.

«Free Chelsea Manning» poster. Foto de  A Disappearing Act / Flickr. Creative Commons License.

La transición en prisión y sin nadie en quien confiar para compartir confidencias, contó con el enorme apoyo de la gente de fuera; algunos de ellos se convirtieron en importantes amigos.

Se describen los pasos que llevaron a la conmutación de su pena por Obama y en enero de 2017, tras seis años en la cárcel, se enteró de su puesta en libertad. Tras salir de prisión, «mi primera vez como mujer libre», se hizo posible la escritura de este asombroso libro.

“README, txt”, de Chelsea Manning, ha sido publicado por The Bodley Head.

(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marin) Photos: Pixabay

 

 

 

Share it / Compartir:

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*