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El derecho a ir más allá de la historia oficial de América Latina

Oriundo de Chile e inmigrante en el Reino Unido,  Claudio Ogass Bilbao decidió embarcarse en el fascinante trabajo de esculcar la memoria de su país y de América Latina. Lo hace porque entiende la importancia contar algo más que la historia oficial, de garantizar que todas las voces latinoamericanas sean escuchadas.

 

Claudio Ogass Bilbao.

Harry Allen

 

Estudiante de doctorado en la Universidad de Liverpool y profesor en la Universidad de Chile, es claro desde el comienzo en su conversación con The Prisma: «Los archivos latinoamericanos son vitales para documentar nuestra historia. Contienen registros que se remontan al siglo XV, cuando llegaron los primeros conquistadores españoles».

Y estos documentos son esenciales para construir la perspectiva de base de las historias e identidades nacionales. Sin embargo, los archivos nacionales suelen presentar la historia oficial, pasando por alto a menudo a quienes ayudaron a construirla. Claudio explica que los archivos nacionales coordinan y centralizan diversos documentos producidos por el Estado, y también por instituciones privadas. “Crean un sentido de identidad y promueven una historia oficial».

Añade que «no hay representación de las mujeres, los trabajadores, los emigrantes, los indígenas», refiriéndose a las lagunas que aparecen en la narración archivística.

La aparición de los archivos comunitarios

Empezaron a aparecer a principios del siglo XX y fueron una respuesta a los prejuicios de los archivos nacionales».

Este nuevo enfoque documenta las historias de grupos marginados. «Representan voces a menudo excluidas de los registros oficiales», afirma Claudio. «Todos [los grupos] pueden encontrar un lugar en los archivos comunitarios».

Los archivos comunitarios suelen surgir de la necesidad, reflejando un enfoque popular de la conservación histórica.

«Los construyen personas que sienten que sus historias han sido pasadas por alto», explica Claudio. Documentan historias que de otro modo podrían perderse. En la disciplina archivística se ha reconocido ampliamente que todos los archivos sobrerrepresentan e infrarrepresentan a las personas. No existe un archivo perfecto que represente a todo el mundo. Así lo entiende Claudio quien añade que «los archivos comunitarios suplen y complementan el silencio archivístico, colmando las lagunas de los archivos nacionales».

Integración tecnológica

A medida que los archivos comunitarios siguen creciendo, la tecnología desempeña un papel cada vez más importante en su gestión y conservación. Claudio comparte sus experiencias con las herramientas digitales.

El documento muestra el contexto de cómo se produjo el traspaso de la dirección en los archivos.

«La inteligencia artificial y programas como ChatGPT cambian las reglas del juego», afirma. «Podrían ayudar a gestionar y analizar grandes cantidades de [nueva] información con rapidez».

Las herramientas digitales de archivo pueden mejorar la eficacia y precisión del mantenimiento de archivos. «Y pueden automatizar el proceso de catalogación y ayudar a identificar patrones en datos [pasados] que serían imposibles de ver manualmente.

Como dice Claudio, «a nosotros [los archiveros] nos gusta llamarlo el multiverso archivístico», reafirmando esta idea de una creciente red de archivos comunitarios.

Retos de los archivos latinoamericanos

Los retos a los que se enfrentan los archivos latinoamericanos son grandes. Hay problemas claves, como la falta de presupuesto, personal y espacio.

Por ejemplo, el Archivo Nacional de Chile lleva luchando con estos problemas desde los años 60, a pesar de que la ley chilena de 1929 consagra que «el Archivo Nacional tiene que recibir y centralizar los registros, creando archivos regionales en distintas partes de Chile».

Los archivos comunitarios se enfrentan a retos aún mayores. Claudio revela que alrededor del 60% de los archivos comunitarios de Chile están gestionados por una o dos personas y a menudo “carecen de protección legal y financiación.» Además, suele haber una falta de capacitación formal para quienes los dirigen.

«Muchos archiveros en entornos comunitarios son voluntarios sin formación profesional», señala Claudio. «Esto puede dar lugar a incoherencias en la forma de gestionar y conservar los archivos». Sin embargo, a él no se le escapa que los archivos comunitarios deben seguir siendo autónomos: «Realmente queremos darles las herramientas para ayudarles y que hagan lo que quieran con sus archivos, pero que lo hagan calmando las ansiedades del propietario del archivo».

José Honório Rodrigues.

La conciencia archivística

Un problema importante que Claudio identifica es la falta de conciencia archivística entre los gobiernos latinoamericanos.

«Hay una larga historia de abandono», dice. «Los gobiernos no ven el valor de los archivos como herramientas para la elaboración de políticas y la preservación histórica».

Claudio insiste en la necesidad de un cambio de perspectiva: «Tenemos que reconocer el papel administrativo de los archivos». No se trata sólo de preservar el pasado, sino también de informar las políticas futuras». Los archivos pueden desempeñar un papel crucial en la transparencia y la gobernanza. «Son esenciales para que los gobiernos rindan cuentas», explica Claudio. «Al mantener registros exhaustivos, podemos garantizar que los funcionarios públicos actúan en interés del público».

«En América Latina, nuestros Estados no tienen una conciencia archivística realmente profunda. No valoran los archivos», lamenta.

El papel de los archiveros

El trabajo de Claudio implica algo más que la mera gestión de documentos. «A menudo tenemos que relacionarnos con las comunidades». Se trata de generar confianza y respetar sus condiciones.

Describe un enfoque colaborativo: «Tenemos que crear relaciones horizontales con los archivos comunitarios».

«Trabajando en estrecha colaboración con los miembros de la comunidad, podemos garantizar que los archivos sean pertinentes y accesibles», señala Claudio. Es una asociación que beneficia tanto a los archiveros como a las comunidades a las que sirven.

Archivar en Chile y en el Reino Unido

La experiencia de Claudio como inmigrante chileno le proporciona una perspectiva única sobre los retos de la archivística: «Estoy trabajando en mi doctorado, centrado en la historia del Archivo Nacional de Chile entre 1962 y 1975. Estoy explorando los obstáculos al desarrollo archivístico durante este periodo».

Está estudiando tres administraciones diferentes durante ese período utilizando una perspectiva comparativa: la administración Frei Montalva, que era una socialdemocracia, el gobierno de la Unidad Popular, y la dictadura de Pinochet.

«Estos tres gobiernos tenían tres archiveros diferentes con tres proyectos políticos distintos», afirma.

Claudio Ogass Bilbao.

Su investigación revela un patrón constante de desafíos: «Cada administración identificó los mismos problemas: espacio, presupuesto, modernización». Y estos problemas han persistido durante décadas.

Los frecuentes cambios de gobierno también significan que las nuevas administraciones prefieren romper con la continuidad -debido a diferencias políticas a menudo profundas- que subrayan los cambios de régimen o democráticos en la región.

«No hay un proceso de traspaso de poderes que diga: tú eres de izquierdas. Te voy a enseñar cómo tienes que gestionar [los archivos]. Estos son mis consejos. Gracias por venir». Afirma en términos llanos que «ustedes [simplemente] no sabrían si había un archivo».

«Como alguien que ha vivido y trabajado tanto en Chile como en el Reino Unido, veo las marcadas diferencias en cómo se valoran y apoyan los archivos», dice, subrayando la necesidad de que los archiveros del Sur absorban conocimientos de archivos más desarrollados, como su propio trabajo en Liverpool.

Importancia de los archivos comunitarios

«Es un bucle sin fin», suspira, «si participas en un seminario [de archivos], vas a escuchar lo mismo en Latinoamérica».

Entre 1958 y 1964, José Honório Rodrigues fue director nacional de los Archivos Nacionales de Brasil. E impulsó las mismas narrativas críticas que aún hoy producen los archiveros contemporáneos. Fue un historiador social que pretendía incorporar la historia desde abajo “y criticaba las historias oficiales” favorecidas por los gobiernos.

Se le puede considerar una figura similar a un padrino, por sus primeros trabajos, en lo que Claudio considera los inicios del «pensamiento archivístico comunitario», capaz de iluminar historias unidimensionales.

Señala ejemplos concretos: «En Chile hay un archivo comunitario dedicado sólo a carteles políticos», explica. «Alberga más de 8.000 carteles, que proporcionan una cronología única de los movimientos sociales».

Otras colecciones significativas, dice, «se centran en la literatura anarquista, la música punk y otros artefactos culturales», y continúa: «Estas colecciones tienen un valor incalculable para comprender la historia de nuestro continente».

El futuro de los archivos

Claudio mira con cariño a los archivos comunitarios: «Representan el futuro de los archivos. Tenemos que abrazar su diversidad y creatividad».

Sin embargo, sigue siendo pesimista sobre el interés de los gobiernos en este campo, y se muestra aún más cauto sobre los retos a los que se enfrentan los archivos comunitarios. Estos son los más vulnerables. Garantizar su sostenibilidad requiere apoyo y recursos constantes.

Claudio cree que una mayor promoción puede marcar una diferencia significativa: «Al crear conciencia sobre la importancia de estos archivos, podemos atraer más financiación y apoyo. Es un esfuerzo colectivo que requiere la implicación de toda la comunidad».

(Traducido por Camila Márquez)Fotos facilitadas por el entrevistado y autorizadas para su publicación.

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