Perteneciente a una generación de inmigrantes procedente de Bilbao, Tomás Rubiolo tiene claro que nadie debería ser considerado “ilegal” y que la información que existe sobre algnos países estigmatiza y genera discursos discriminatorios sobre personas que sufren realidades muy graves.
Josefina Viano
Tomas creció en Sarmiento, un pequeñísimo pueblo en el centro de la provincia de Santa Fe, Argentina. Con apenas 2000 habitantes, rodeado de llanuras, y a una hora de distancia de la ciudad próxima, este pueblito, rodeado de campos y tranquilidad, fue el escenario donde vivió su infancia.
Durante su niñez, recuerda como en las tranquilas siestas que tomabas sobre las praderas, su tía abuela le contaba sobre su vida en España, sobre la cultura y sus antepasados, historias sobre La Arboleda, un pueblo minero, hoy casi deshabitado, “un lugar de ensueños típicamente español”. Allí aún viven primas, hijas de un primo segundo de su abuela, a quienes visitó cuando partió de la Argentina, a conocer ese lugar y conectar con el pasado familiar.
Su bisabuela, abuela y tíos-abuelos llegaron desde Bilbao a Argentina en 1950, y su madre Chabel, se encargó de retratar “las crónicas del País Vasco”, en forma de historia novelada, en un libro llamado “Sangre vasca”, con el que vale la pena viajar-leyendo. Este libro, representa un entretejido de la guerra civil española, exilios, migraciones y la aventura de vida de sus antepasados. Es el resultado también de todos esos cuentos sobre La Arboleda, hechos novela, paisaje y ternura. Cuentos que a él le significaron no solo pasado, sino también futuro.
Tomás llegó a Madrid en 2019, con un título académico bajo el brazo: Realizador Audiovisual. Decidido, emprendió su viaje con espíritu abierto a nuevas vivencias y las ganas de conocer más sobre sus orígenes. Para él, fue clave dejarse llevar por lo que se presentase:
“La vida te va sorprendiendo. Apenas emprendí mi camino, en el viaje de ida, en la escala en Londres, conocí a una mujer, intercambiamos contactos, y terminamos buscando piso para compartir: vivimos juntos hasta después de la pandemia. Hoy sigue siendo una gran amiga. También viví con romaníes, conocí gente de toda Latinoamérica, hice mis primeros amigos. Pensé que iba a estar solo, que iba a tener que arreglármelas. Pero la vida te pone gente delante, gente que te ayuda.”
Luego de varias entrevistas, comenzó a trabajar en atención al público. Era temporada alta. Los meses fueron pasando y actualmente, en tiempos de pandemia, entró a trabajar en la multinacional china Xiaomi. Allí está y se dedica a la enseñanza y formación. Este año participó en Barcelona del inmenso “Mobile World Congress”, compartiendo con colegas chinos de su empresa. Para él, emigrar, se trata de “conocer gente, realidades, experiencias, historias de vida.”
Con el transcurrir del tiempo, algunas reflexiones se le presentaba con claridad: “Siento estar en una posición de privilegio, escuchando historias de hermanos latinos, vidas que son muy duras. La información que llega sobre Latinoamérica, estigmatiza y genera discursos discriminatorios sobre personas que sufren realidades muy graves.”
Una vez atravesada la pandemia, se tomó el tiempo para ir a ese pueblo de los cuentos de sus abuelas, y encontrarse con las huellas de su propia identidad: “Vine pensando en salir de mi zona de confort, quería saber qué significaba vivir en otro país, y quería conocer mis raíces”.
Con raíces y “sangre migrante” expresa su visión luego de estos años, viviendo el proceso en carne propia: “Muchas veces se habla de inmigrantes “ilegales”. Nadie debería ser considerado “ilegal”. Estamos en un mundo loco, con reglas injustas.”
En estos años se dedicó a aprender y a atravesar vivencias, que es lo que permite a quien se atreve a experimentar, a distinguir lo bueno de lo malo, a ver conclaridad: “Hace poco estuve en Italia, con un amigo de Sarmiento. Tiinforrados en la playa por la noche, compartiendo una cerveza y pensando: que locura que estamos acá y vinimos de allá. En algún momento el mundo se hace muy chiquito. No me hubiera imaginado nunca esta realidad”. Para Tomás, migrar es una experiencia “altamente recomendable”, distinta para cada uno, que requiere del apoyo de la familia: “Yo lo tuve”. Lo tuvo, en más de un sentido: no solo en el presente, sino también, lo tuvo desde un pasado ancestral, que es guía y esencia en su camino, un camino desde Sarmiento hasta La Arboleda.
(Fotos suministradas por el entrevistado y autorizadas para su publicación)