En Foco, Opinión

Periodismo y la batalla por la hegemonía cultural

El periodismo, por ahora, ha quedado reducido a una trinchera de influencias e intereses muy lejanos a descubrir la verdad. En la realidad  los objetivos del periodismo son: manipular, mentir, tergiversar, perseguir y generar negocios para quienes puedan pagar sus servicios. El periodismo moderno en teoría tiene cinco objetivos: informar, interpretar, entretener, educar y opinar.

 

Patricio Mery Bell*

 

El periodismo genera sensaciones lejanas a la realidad, por ejemplo: en un país como Chile un homicidio o una violación estadísticamente representa el 3% de los ilícitos pero en los medios lo hacen parecer como algo cotidiano y común, generando una paranoia colectiva de inseguridad.

Aunque la capital de Chile es uno de los lugares más seguros de Sudamérica es, a la vez, donde la gente tiene mayor percepción de miedo a ser víctima de un delito. En ese caso, el objetivo del periodismo moderno es el de criminalizar para mantener un Estado de represión validado por las personas. Que exigen vivir en paz frente a esta sensación delictual. El miedo como mecanismo de control social. Vigilar y castigar en su forma más pura.

La complejidad propia de las ciencias sociales desde el cuestionamiento permanente de los métodos científicos para obtener un acercamiento a la realidad, se suman los actos más perversos desarrollados por la psicología social, la manipulación. Esto ligado a la lógica necesidad de generar ingresos y ganancias a través de la industria de la información. El Periodismo es un negocio corrupto porque necesita de la corrupción para existir.

Las grandes corporaciones informativas están ligadas a gobiernos públicos o a gobiernos profundos -deep State- intereses políticos y económicos controlan lo que se publica en radio, televisión, prensa escrita y hasta en las redes sociales.

Jamás se ha intentado una revolución profunda que cuestione este constructo social instalado desde la superestructura económica.

A lo más, en algunos países se ha cambiado un periodismo oligárquico por un periodismo estatal socialista pero el problema de la falta de independencia se mantiene y todo se reduce a una guerra de trincheras en donde, cómo en toda guerra, gana el que tiene más tropas, tanques, aviones y barcos.

¿Adivinen quiénes, en el 90% de los casos, ganan cada batalla? El periodismo de derecha oligárquico ha sido cómplice y autor de matanzas y crímenes de lesa humanidad: la dictadura de Pinochet y sus crímenes fueron articulados desde medios como El Mercurio de la familia Edwards, la guerra de Irak fue avalada a punta de mentiras por CNN, la corrupción de Lenin Moreno es protegida y encubierta por Teleamazonas y El Comercio.

La entrega de Julián Assange contó con el apoyo de la prensa, financiada por las agencias de inteligencia, para desvirtuar al mensajero y enaltecer al verdugo. ¿Cuántas víctimas se ha cobrado el periodismo de derecha? ¿Serán juzgados alguna vez por esos delitos?

El periodismo está controlado por fuerzas malignas que buscan manejar todos los ámbitos de la vida.

Nos dicen qué pensar, qué comer, qué comprar y a quién odiar. Aunque existe una resistencia, enmarcada dentro de la batalla por la hegemonía cultural dominante, ellos tienen más medios, dinero y experiencia. Son los amos de la maldad y en eso jamás podremos derrotarlos, por lo general los militantes y simpatizantes de izquierda tenemos un corazón débil. Hay ingenuidad en la izquierda, que sigue confiando en el Estado de Derecho y el Debido Proceso, y sobre todo, en la institucionalidad burguesa como una verdad, casi revelada. Pero esta, sin alternativa nos condena a ser siempre los corderos condenados al sacrificio.

¿Cuántos medios de comunicación privados autosustentables crearon o apoyaron los gobiernos de izquierda en América Latina? Ellos confiaron en que desde el Estado se podía contrapesar el poder mediático de la derecha. El problema fue que al regresar los gobiernos de derecha, esos medios mixtos o estatales quedaron bajo su control. Construimos los tanques para el enemigo. La derecha acusa a la izquierda de combatir la libertad de expresión. Para rebatir esta mentira pongo un ejemplo: en menos de dos meses Lenin Moreno, presidente de Ecuador, cerró tres medios y la prensa libre y democrática guardó silencio.

El espíritu público, mal llamado opinión pública, es un acto reflectario de una gigantesca matriz de influencias, controladas por corporaciones financieras a las que poco les importa obtener o llegar a la verdad.

Desde esa perspectiva es hora de pensar en una forma de defendernos de la influencia de los medios de comunicación y sus redes de poder.

Como periodistas independientes, y sobre todo cómo ciudadanos, debemos cuestionar la información oficial y su objetivo de control social.

La batalla por la hegemonía cultural es la madre de todos los enfrentamientos en la disputa constante por el poder, entre opresores privilegiados y oprimidos desgraciados. Al parecer el periodismo, por ahora, ha quedado reducido a una trinchera de influencias e intereses muy lejanos a descubrir la verdad.

*Patricio Mery Bell: Periodista, co-director de «La traición cuantica». @journalistRebe3

(Fotos: Pixabay)

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