Durán, un municipio de más de 300.000 habitantes en la provincia costera ecuatoriana de Guayas, ha sufrido una dramática transformación, pasando de ser un próspero centro comercial a un violento foco de actividad criminal.
Este cambio refleja retos más amplios a los que se enfrenta Ecuador y ofrece una visión crítica de la compleja interacción de factores sociales, económicos y criminales que dan forma a la seguridad en el país.
Antes conocido por ser un centro comercial y un pequeño centro industrial a las afueras de la ciudad portuaria de Guayaquil, Durán es ahora más conocido por la violencia desenfrenada del crimen organizado. Hoy, el municipio se enfrenta a la corrupción sistémica, la pobreza extrema y la criminalidad generalizada. Durán se ha convertido en una zona clave para el tráfico de cocaína y un semillero para el microtráfico. En 2023, su tasa de homicidios alcanzó la asombrosa cifra de 147 por cada 100.000 habitantes.
Las raíces de la crisis de Durán se encuentran en su crecimiento descontrolado y en la negligencia gubernamental. La urbanización rápida y sin planificar ha superado el desarrollo de infraestructuras cruciales. La ausencia de una escolarización adecuada, incluida una universidad pública, ha limitado las oportunidades de los jóvenes. Estas condiciones han creado un vacío que las organizaciones criminales están ansiosas por llenar.
Mientras tanto, el creciente papel de Ecuador en el tráfico transnacional de drogas ha alterado fundamentalmente la dinámica criminal en Durán, que actúa como un corredor estratégico para los cargamentos de cocaína que salen hacia Europa y Estados Unidos a través de los puertos de Guayaquil.
Las enormes ganancias de este comercio han llegado a los actores criminales locales de Durán, que actúan como proveedores de servicios para redes nacionales más grandes. Dos actores criminales centrales, los Chone Killers y los Latin Kings, dominan el hampa de Durán. Su violenta rivalidad por el control del territorio y las economías criminales ha reconfigurado el paisaje del municipio. Las conexiones de estos grupos con las redes transnacionales parecen oportunistas más que sistémicas, pero su infiltración en el gobierno local es especialmente alarmante. Una facción de los Chone Killers se ha asegurado contratos de obras públicas y el control de instituciones clave, desdibujando las líneas entre la criminalidad y la gobernanza.
Los criminales también se han incrustado en las comunidades de Durán y se han embolsillado el control de barrios enteros, principalmente a través del tráfico de tierras. Esta práctica constituye la espina dorsal del ecosistema criminal de Durán, ya que no solo facilita la apropiación ilegal de propiedades, sino que también sirve de escenario para otras actividades ilícitas, como el microtráfico, el robo y la extorsión. El proceso de legalización de estos asentamientos ofrece oportunidades para el lavado de dinero y a menudo desemboca en actos de violencia, incluso contra funcionarios públicos.
El dinero de la cocaína no ha hecho sino facilitar aún más la penetración del Estado, permitiendo a los grupos locales convertirse en sofisticadas empresas criminales, poner en marcha negocios legítimos y hacerse con puestos clave en el gobierno municipal. Durán, que solía ser un bullicioso depósito ferroviario y centro industrial, es ahora el ejemplo de la rápida caída de Ecuador en el abismo de la criminalidad.
*Este artículo forma parte de una investigación que explora las dinámicas criminales en Durán, el epicentro del crimen organizado en Ecuador y una de las ciudades más violentas del mundo en 2023. Lea los otros capítulos de la investigación aquí y descargue el informe completo aquí.
*Artículo publicado originalmente en InSight Crime.