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Tres libros sobre Lenin

El apoyo de Lenin a los derechos de las naciones a la autodeterminación queda claro en El imperialismo y la cuestión nacional. Otros tres libros de la misma editorial arrojan más luz sobre él.

 

Sean Sheehan

 

“La infancia de Lenin” recoge lo que se sabe del tercer hijo de Ilya Nikolaevich Ulyanov y Maria Alexandrovna Blank, nacido en 1870 y bautizado con el nombre de Vladimir. Tuvo una infancia feliz -no le ocurrió nada sorprendente hasta los dieciséis años- y destacó en la escuela, donde sus compañeros le recordaban como una persona educada y diligente en clase y la más bulliciosa durante los recreos. Su asignatura favorita era el latín, que, según contaría más tarde a su mujer, era una de «esas adicciones peligrosas» a las que tuvo que renunciar por el trabajo revolucionario (las otras eran la música y el ajedrez).

En 1886, su padre murió de un derrame cerebral, con sólo cincuenta y cinco años; el propio Lenin tenía cincuenta y cuatro cuando falleció por la misma causa. Al año siguiente, Vladimir sufriría una conmoción aún mayor cuando su hermano mayor, Alexander, estudiante en San Petersburgo, fue arrestado por participar en un intento de asesinar al Zar. “La infancia de Lenin” relata conmovedoramente el juicio y la ejecución de Alexander, en un momento en que Vladimir estaba realizando sus últimos exámenes escolares.

Es imposible saber si Vladimir se convirtió en Lenin como consecuencia de ello, pero en los cincuenta y cinco volúmenes de su colección de libros, cartas, artículos y discursos, sólo se menciona a su hermano dos veces y de forma incidental. Esto es terriblemente comprensible, el silencio cubre sentimientos que no pueden expresarse con palabras.

“No sólo por la política: el otro Lenin” es una colección de escritos de Lenin y de quienes le conocieron sobre aspectos de su vida cotidiana.

Demuelen la caricatura de él como autoritario y doctrinario, imponiendo su voluntad a todos los que le rodeaban.

Sus notas finales declaran la guerra al chovinismo ruso e insisten en que el Comité Central debe estar presidido por un «ruso, ucraniano, georgiano, etcétera. Absolutamente». Su última nota, dictada el 30 y el 1 de diciembre de 1922, amonesta a los bolcheviques, incluido él mismo, por ser culpables «de un sinfín de actos opresivos» contra las minorías y las nacionalidades más pequeñas.

El 24 de octubre de 1917, al subir a un autobús con destino al Instituto Smolny, donde dirigiría la planificación de una segunda revolución, preguntó a la conductora si había combates en el centro de la ciudad. Sencillamente, no lo sabía. Su acto radical preveía un futuro diferente, pero el pasado no podía proporcionarle un mapa o un programa para su aplicación.

La contingencia del momento estaba cargada de incertidumbre y, con plena conciencia de los riesgos que entrañaba, tomó la decisión subjetiva de comprometerse e intervenir en una situación.

Lo que Lenin hizo entre febrero y octubre de 1917 está en el corazón de su grandeza y esos acontecimientos ocupan el lugar que les corresponde en «El escenario Lenin«, un guión que nunca se convirtió en la película para la que fue escrito. Fue rechazado por Oliver Stone: «Demasiado intelectual y demasiado poca cosa». El autor comenta secamente: “Argumentar era inútil. La risa, esencial».

«La infancia de Lenin», «No sólo por la política: el otro Lenin» y «El escenario Lenin » son publicados por Verso Books.

(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marin)

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