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Un hombre contra el mundo: La historia de Orlando Pérez

Roces con la élite mediática de América Latina, lucha contra una campaña de desprestigio y una rápida charla con Gabriel García Márquez en los premios Casa de las Américas de Cuba: Orlando Pérez ha tenido una carrera periodística llena de color. Fue el único reportero ecuatoriano que publicó todos los cables de WikiLeaks y desenmascaró a poderosos que le persiguen desde entonces.

 

Zac Liew

 

En los años 60 llegó el boom latinoamericano y con él la creación de gigantes literarios. Pero esta década y este continente también dieron a luz a un bebé que años más tarde alcanzaría su propio éxito como escritor. Ese bebé se llamaba Orlando Pérez Sánchez.

Nacido en Quito, Ecuador, estuvo rodeado de escritores desde el principio.

«Mis tíos y primos ya eran periodistas y tenían su propio medio de comunicación. Yo era demasiado joven para trabajar con ellos, así que a los 14 o 15 años fundé un periódico en el colegio», cuenta.

Se llamaba «La chispa del Mejía». Pérez lo bautizó así por el periódico socialista de Vladimir Lenin «Iskra» (La Chispa), y Mejía era el lugar de Quito donde fue a la escuela.

Su precoz interés por la escritura y la política le llevó a La Habana, Cuba, donde estudió periodismo en la universidad y trabajó como corresponsal.

«Mientras trabajaba como periodista en Cuba, escribí un libro sobre la situación del país en aquel momento. Esto me permitió progresar realmente como periodista, porque en Cuba casi no había acceso a la información de primera mano. Fue duro».

Al cabo de un tiempo, Pérez se dejó seducir por México, que en aquella época era la capital cultural de América Latina. Dice que le atrajo el nivel de competencia periodística y el reto que ello suponía.

«México es un país muy grande, con muchos medios de comunicación y periodistas de prestigio. En Ecuador, el periodismo está muy centrado en los acontecimientos del día, pero éstos suelen olvidarse para cuando sale el siguiente Sol. Esto me preocupaba».

«Pero en México, si un acontecimiento es lo suficientemente importante se escribirán varios libros sobre ello, profundizando más allá de las noticias y añadiendo contexto».

Fue en Cuba donde Pérez conoció a Gabriel García Márquez. El escritor colombiano fue intermediario entre Fidel Castro y Bill Clinton. Pérez le interrogó sobre este fascinante papel y la entrevista se publicó en casi todos los rincones de México al día siguiente.

Un momento del que Pérez se siente aún más orgulloso es el de convertirse en director de la primera empresa de medios de comunicación de propiedad pública de Ecuador. Antes, en el diario «Hoy», escribía una columna en la que criticaba el periodismo que se publicaba en su país natal.

«A algunos no les gustó», dice.

Pero esto le acercó al ex presidente Rafael Correa, que también tenía el hábito de desmontar los medios de comunicación del establishment ecuatoriano.

«Correa había empezado a hacer públicos los periódicos privados .Ambos estábamos de acuerdo en que podría solucionar muchos problemas».

Pérez se convirtió en director de «El Telégrafo», que se había fundado en 1884 como periódico privado, pero que pasó a ser propiedad del Estado en 2007, el mismo año en que Correa llegó al poder. «Esto coincidió también con Tony Blair diciendo que los periodistas se habían convertido en ‘bestias salvajes’. Correa y yo estábamos de acuerdo. Los periodistas no deben comportarse como estrellas del pop o del cine, deben ser personas humildes y relativamente sencillas», explica Pérez.

Es sobre todo como periodista de investigación como Pérez ha ejercido su oficio y, con los años, su instinto para profundizar en asuntos de política no ha hecho sino hacerle más firme en sus opiniones progresistas.

En parte se debe a la respuesta negativa que ha recibido de la élite mediática -a menudo controlada por la derecha- cuando ha destapado injusticias importantes.

Algo que no le ha abandonado hasta el día de hoy, es la respuesta que recibió al publicar todos los cables de WikiLeaks en Ecuador.

«WikiLeaks entregó a ‘El Comercio’ y ‘El Universo’ todos los cables en 2010, pero estos dos periódicos optaron por no publicarlo todo. Fueron muy selectivos con lo que sacaron a la luz», afirma.

Pérez añade que les daba especial vergüenza publicar alguno de los cables que vinculaban a algunos periodistas y políticos con la Embajada de EE.UU. en Ecuador.

«Escribí un artículo diciendo que todo debía publicarse, que en aras de la transparencia el pueblo de Ecuador debía tener acceso a todos los cables».

Alguien de WikiLeaks vio el artículo de Pérez y le envió un mensaje directo en Twitter. El mensaje contenía todos los cables.
«Recibí el mensaje alrededor de las 10PM. Estuve despierto hasta la madrugada asimilándolo todo. Sabía que tenía una gran historia entre manos», explica.

«Empecé a crear expectación sobre la revelación y luego lo publiqué todo, incluidos los nombres de los periodistas contratados por la Embajada de Estados Unidos».

Entonces comenzó la campaña de desprestigio. A partir de entonces, Pérez fue acusado de casi todas las fechorías bajo el Sol, incluyendo violación y asesinato. Es algo con lo que tiene que vivir aún hoy. Pero la valentía y la resistencia que demostró en este empeño han cimentado el lugar de Pérez como figura histórica en la lucha por un periodismo veraz y justo, en la lucha por un panorama mediático que mantenga al público informado y no solo escandalizado o distraído.

Escribió un libro titulado «WikyLeaks en la mitad del mundo» (2014), en respuesta a las acusaciones vertidas contra él. Se imprimieron cinco mil ejemplares del libro. Se vendieron todos.

Otro libro sobre la investigación de la contaminación de zonas del Amazonas por Chevron en Ecuador vendió 10.000 ejemplares. En «Chevrón: la verdad no contamina», publicado en 2015, Pérez exploró los derechos de los pueblos indígenas y el precedente sentado por un tribunal estadounidense que alegó corrupción en el proceso judicial de Ecuador.

Pérez se ha desilusionado más con el tiempo al ver cómo los periodistas pueden ser comprados y perder su integridad.

«Es un problema que los periodistas puedan ser comprados por millonarios como Guillermo Lasso y Daniel Noboa, pero eso nunca podría pasar conmigo. No me importa si gano mucho o poco, me dolería dejar de hacer mi trabajo como periodista», explica

«En América Latina hay grandes problemas que hay que abordar: narcotráfico, blanqueo de dinero, contaminación, y la lista continúa».

Sospecha que puede haber una relación entre el desplazamiento de los periodistas hacia la derecha del espectro político y la aceptación de incentivos económicos de gente poderosa. «Gente como John Carlin, de The Guardian, y Jorge Lanata, del diario argentino Página12, se han pasado a la derecha. Es triste y feo».

«Esta gente está motivada por el dinero. Prefieren cambiar de apartamento cada dos años que luchar por revelar la verdad. El día que mienta como periodista, moriré como tal».

Aunque se ve obligado a luchar por la justicia a través del periodismo, a Pérez le apasiona la literatura. Ha escrito novelas y espera escribir más ficción en el futuro.

Está orgulloso de la tradición oral de la literatura latinoamericana y afirma que de ella se nutrió gran parte de la importante obra escrita en países como Ecuador, Colombia, México, Perú y Venezuela durante el Boom latinoamericano.

Le entusiasma ver cómo ha cambiado el panorama últimamente, con la aparición de más escritoras.

«Leo mucha poesía latinoamericana escrita por mujeres. Es fascinante asimilar su perspectiva del mundo, que es muy diferente a la de un hombre». A Pérez también le emociona la posibilidad de hacer más periodismo de investigación en Ecuador. «En muchos países de América Latina los editores pagan a un periodista para que escriba largos artículos de investigación, pero eso no ocurre realmente en Ecuador, y me gustaría que eso cambiara», dice.

«Quiero trabajar con una editorial para escribir reportajes largos sobre temas como el narcotráfico, el lavado de dinero y la persecución, porque las investigaciones largas de este tipo me obligan a pensar, a leer, a viajar y a hablar con mucha gente.»

(Traducido por Camila Márquez) – Fotos facilitadas por el entrevistado y autorizadas para su publicación gratuita)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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