En Foco, Opinión

Vida y muerte en el Gulag

Varlam Shalamov (1907-1982) fue arrestado por primera vez en Moscú en 1929, en una imprenta subterránea, y fue sentenciado a tres años de prisión. En 1937 fue arrestado de nuevo por actividades contrarrevolucionarias y fue enviado a la región de Kolimá, en el Lejano Oriente ruso.

 

Sean Sheehan

 

Pasó los siguientes quince años en varios campos; su libro,  “Kolyma stories” (Relatos de Kolimá), es un testimonio terrorífico de lo que experimentó como una de los 18 millones de personas que fueron enviadas al Gulag entre 1930 y 1953 (se estima que 1,5 millones no sobrevivieron).

Hay 150 historias en este nuevo libro de aproximadamente 700 páginas. Puede que pienses que tantos cuentos sobre la vida en los campos resultarán repetitivos.

Sorprendentemente, este no es el caso: cada uno de ellos ofrece algo nuevo sobre la existencia en el límite más extremo de lo que es posible física y psicológicamente.

La memoria de Shalamov es increíble (el recuerdo de Proust de su mundo enrarecido palidece en comparación) y la autenticidad de sus historias deriva no de una gran narrativa, sino de los pequeños detalles de la vida diaria bajo condiciones brutales.

«Carpinteros» comienza relatando cómo podían constatarse con exactitud las temperaturas sin verse los termómetros: una niebla glacial indicaba 40ºC bajo cero; inhalar con normalidad haciendo un ruido al exhalar indicaba 45ºC bajo cero; inhalar de forma ruidosa y con falta de aire, indicaba 50ºC bajo cero; y «por debajo de cincuenta y cinco grados bajo cero un escupitajo se congela en el aire».

La supervivencia es el único criterio del comportamiento: la ética es enemiga de la vida. En la historia ‘La leche condensada’, sentirse a sí mismo se experimenta como un proceso físico: ‘Por primera vez vi la magnitud total del carácter material de nuestro psique, y sentí su palpabilidad’.

La mayoría de las historias están escritas de manera ajustada y breve, solo ocupan algunas páginas, pero son invariablemente impactantes y a menudo la frase o el párrafo final proporciona un golpe revelador.

Mientras que Solzhenitsyn es predicador y retórico, Shalamov es realista de una forma clínica y escalofriante; la exactitud y lo común dan forma a su cruda estética. Una de las mejores historias es ‘Cherry Brandy’, en la que imagina las horas finales del poeta Osip Mandelstam, que falleció a causa del frío y del hambre en un campo en 1938.

El poeta se estaba muriendo. Sus grandes manos, inflamadas por la inanición, con sus dedos blancos carentes de sangre y sus uñas curvadas, sucias y desmedidas, yacían expuestas sobre su pecho, a pesar del frío. Antes de eso las había sostenido contra su cuerpo desnudo, pero ahora ese cuerpo tenía muy poca calidez. Sus guantes habían sido robados hacía mucho tiempo.

Mandelstam entra en un estado mental profundamente existencial, contemplando de forma serena el impulso poético que le mantenía apenas con vida y a lo que denomina la ‘monotonía’ de morir.

La desconexión entre sus pensamientos y la realidad del campo es insoportablemente conmovedora.

“Kolyma stories” narra el dolor y el sufrimiento, las carencias y la mera supervivencia. Son una obra de arte de la literatura rusa y de la literatura carcelaria.

“Kolyma stories” de Varlam Shalamov, publicado por New York Review of Books.

(Traducido por Iris María Blanco Gabás – Email: irisbg7@gmail.com)

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