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Oculto, el poder militar acecha y alimenta la derecha

Suficientes evidencias inclinan a pensar que la llegada  en Uruguay de un gobierno de coalición de derecha propicia un hábitat para que resurjan y se extiendan las sombras del autoritarismo castrense que acunó la dictadura pasada.

 

  Hugo Rius

 

Desde el proceso electoral previo, la fundación y el pronto crecimiento del partido Cabildo Abierto (CA), en 2019 con el destituido jefe del

Ejército general Guido Manini a la cabeza, se convirtió en espacio político de militares retirados, nostálgicos y justificadores del régimen represivo de los años de 1973 a 1985.

Si para el ansioso Partido Nacional su principal objetivo fue sacar del poder al izquierdista Frente Amplio y revertir y desmontar las realizaciones sociales de 15 años de gobiernos, necesariamente tenía que forjar una llamada coalición ‘multicolor’ con todo el espectro de la derecha.

Aunque en número de votos obtenidos en los comicios de octubre pasado, Cabildo Abierto se colocó como cuarta fuerza política, fue el factor decisivo en la suma de boletas del conjunto de aliados para derrotar por un pelín a la agrupación más implantada popularmente.

Luego entonces para afiliados extremistas en la formación de raíces militares, podría llegar una oportunidad de vuelta retrógrada que canalizaron en editoriales del órgano de retirados La Nación y en redes sociales mediante prédicas vengativas de alientos golpistas y hubo quien promovió comandos represivos contra la izquierda, ante lo cual Manini puso correctivos y orientó separaciones de las filas.

A mediados de febrero el senador del CA, Raúl Lozano ofendió abiertamente a la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos y al Colectivo Memoria en Libertad al manifestar a un periódico que ‘hoy por hoy paga mucho el tema de hablar de las torturas y esas cosas que ocurrieron en aquellos años’.

Poco después su correligionario del CA, el ex coronel Rivera Elgue, a quien en la repartición de cargos en el gobierno de coalición le tocó la subsecretaria de Defensa, desató más enconos al defender que si las Fuerzas Armadas ‘hubiesen actuado mal tendría que haber muchos más desaparecidos’ en Uruguay.

La senadora frenteamplista Carolina Cosse reclamó que quedara sin efecto ese nombramiento y según versiones de prensa hasta el mismo presidente electo, Luis Lacalle Pou, llamó a Manini para expresarle su descontento con tales dichos, con lo que a su vez tampoco agradó al nuevo titular de la cartera Javier García.

Pero ni con tanta diversa convergencia de rechazo aparecieron señales ejecutivas de modificar el reparto de puestos en el aparato del Estado para sostener en pie una canasta de partidos políticos cuya permanencia muchos dudan que dure los cinco años de mandato por delante.

Antes otro ex coronel, Roque Moreira, fue a un programa informativo de la televisión y afirmó  que en Uruguay no hubo dictadura sino ‘un gobierno de facto’ que es ‘más técnico’ y con lo que se siente ‘más cómodo’.

Para los afligidos dolientes de las víctimas su principal preocupación en lo adelante radicará en definir qué compromiso asumirán en la búsqueda de la verdad y la justicia las nuevas autoridades de la coalición de derecha de la que forman parte partidos que pactaron con el retorno a la democracia en 1985, la Ley de Caducidad para dejar impunes a torturadores y genocidas.

Con la finalidad de eludir ese obstáculo el Frente Amplio creó la Fiscalía de Crímenes de Lesa Humanidad, que no prescriben, y abrió caminos para investigar y juzgar a responsables de graves violaciones de derechos humanos y propiciar los pocos procesos condenatorios que se consiguieron emprender.

El ex senador del Frente Amplio, Rafael Michelini, un acucioso, y comprometido investigador confirmó que algunos de los presos políticos mientras eran torturados no soportaban los apremios físicos, se morían y entonces los militares ocultaban el cadáver.

Plantea con firmeza la hipótesis de que en aquellos años de terrorismo de Estado se creó una fosa común en la que mataron a todos los integrantes del Segundo Vuelo de la Muerte, de Argentina a Uruguay en una práctica de exterminio en el marco del Plan Cóndor, que fue una coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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