Europa, Globo, Migrantes, Multicultura

Militarización, cinismo, insolidaridad y crueldad contra inmigrantes

Más de 20 mil migrantes murieron desde 2014 hasta la fecha cuando intentaban cruzar el mar Mediterráneo para llegar a Europa. Cinco años después de la peor crisis migratoria de la historia reciente, la violencia vuelve a ser la respuesta ante la llegada de miles de personas que huyen de la guerra y el hambre.

 

Glenda Arcia

 

Víctimas de las divergencias e intercambios de amenazas entre Turquía y la Unión Europea (UE), numerosas familias, mujeres embarazadas, niños sin acompañantes y ancianos, permanecen en los bordes fronterizos de Grecia, donde son recibidos por uniformados armados con gases lacrimógenos, granadas aturdidoras, balas de goma y municiones reales.

Hacinados, agredidos y abandonados, los indocumentados, provenientes en su mayoría de África y Medio Oriente, sufren las consecuencias de la inactividad de la UE, de la violación de los derechos humanos y de estrategias orientadas a concretar objetivos geopolíticos.

“Llenar las fronteras de alambre de púas, cámaras térmicas y gases lacrimógenos no es una reacción a una crisis humanitaria, es una desgracia y un acto de violencia contra quienes buscan protección”, denunció en días pasados la eurodiputada y miembro del partido alemán Die Linke, Cornelia Ernst.

Como ella, numerosas voces, incluidas 60 organizaciones no gubernamentales, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), condenaron el trato inhumano recibido por esas personas e instaron a las partes en pugna a llegar a una solución lo antes posible.

El 28 de febrero el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció el fin de los controles de seguridad en la zona limítrofe con Grecia, luego de que su país actuara durante cuatro años como muro de contención ante la llegada masiva de migrantes a Europa.

En 2016, Ankara y la UE firmaron un pacto, según el cual Turquía aceptaba controlar el flujo migratorio hacia los Estados del bloque comunitario, a cambio de recibir unos seis mil millones de euros y otras facilidades como la eliminación de las visas para sus ciudadanos.

A mediados de 2019 la UE anunció sanciones contra Turquía por perforaciones llevadas a cabo en aguas de la zona económica exclusiva de Chipre y Ankara amenazó con salir del acuerdo, pero continuó cumpliendo su parte hasta ahora.

Escalada, amenazas y consecuencias

La decisión de abrir la frontera con Grecia fue tomada tras una escalada de enfrentamientos en la provincia siria de Idlib, donde militares turcos participaron en un ataque junto al grupo terrorista Yajat Tajrir Ash-Sham contra tropas del Gobierno de Damasco, según denunció el Ministerio ruso de Defensa.

Tal acción fue repelida por el Ejército y la aviación de Siria, que causaron la muerte de al menos 33 soldados agresores.

El miércoles último, Erdogan aseguró que la UE debe apoyar las operaciones de su país en Siria, si quiere hallar una solución a la crisis migratoria.

Asimismo, consideró que los Estados como Grecia, que cierran sus puertas a los migrantes y tratan de evitar su llegada mediante golpes, disparos y hundiendo sus barcos, violan la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El comportamiento de Turquía fue criticado por directivos de la UE, quienes la acusaron de usar a los indocumentados como un medio para chantajear al bloque.

Mientras, la respuesta de Grecia fue el fortalecimiento de los controles de seguridad, el traslado de militares a las fronteras y la suspensión de los procedimientos para el otorgamiento de asilo, entre otras medidas.

Según medios locales, dicha nación rechazó a alrededor de 35 mil indocumentados en una semana, detuvo a cientos que lograron entrar a su territorio y anunció el inicio de los preparativos para deportar a los arrestados. Por su parte, Ankara confirmó el despliegue de mil agentes en la frontera para impedir el regreso de los migrantes y refugiados.

Mientras todo esto sucede, la UE se limita a culpar a Turquía y a respaldar a Grecia, a quién dejó sola junto a Italia en los momentos más difíciles de la crisis migratoria de 2015, considerada la peor desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

De acuerdo con la analista española María G. Zornoza, los 27 entraron en pánico al recordar los fantasmas de 2015, cuando llegaron a sus costas más de un millón de solicitantes de asilo: el bloque no se ha recuperado de las divisiones que esta crisis desató, lo cual dio alas a movimientos xenófobos y de extrema derecha.

Por su parte, la eurodiputada Cornelia Ernst denunció la negación cínica e injustificada de visas humanitarias, la falta de vías para el tránsito seguro de los migrantes y el rechazo a los planes para la reubicación de los indocumentados.

Todo ello, aseveró, es resultado de la fallida política de asilo de la UE.

Hasta que se cree un sistema eficaz, el mayor número posible de personas debe ser distribuido entre los Estados miembro. Debemos trabajar para evitar una catástrofe, no para hacer la guerra, añadió. La OIM recordó que más de 20 mil migrantes murieron desde 2014 hasta la fecha cuando intentaban cruzar el mar Mediterráneo para llegar a Europa. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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