Europa, Globo, Mundo

La pandemia, ¿un arma?

Dadas las dimensiones de su alcance y su impredecible evolución, el Coronavirus,  recibe hoy la mayor atención informativa mundial.

 

Juan Diego García

 

Resulta complicado agregar algo a lo ya dicho por gobiernos y medios de comunicación. Sin embargo, se pueden destacar dos aspectos bastante significativos: el origen real de la pandemia y el provecho que sacan de la misma algunos gobiernos.

En cuanto al origen del coronavirus el gobierno chino (oficialmente) señala a militares estadounidenses de visita en China (para unos juegos olímpicos) como los portadores iniciales de la enfermedad, basándose en las propias declaraciones de un alto oficial del ejército de Estados Unidos ante una comisión de investigación del Congreso. Según éste, la enfermedad ya se había registrado en el campamento de los militares que viajaron a China a participar en el evento deportivo.

Todo indicaría entonces que fueron ellos los portadores del virus que, luego de China, se ha extendido por todo el planeta.

La pandemia no sería entonces “china” como los medios de comunicación y el gobierno estadounidense se empeñan en divulgar, sino que tendría su origen en su propio país.

Algo similar sucedió con la llamada “gripe española” en 1918, que produjo entre 20 y 40 millones de muertes en todo el mundo. El nombre de “gripe española” fue para demonizar a España por su neutralidad en la Primera Guerra Mundial, pues -no existiendo allí la censura previa que manejaban los contendientes- la prensa de Madrid fue la primera que informó ampliamente al respecto.

Pero, realmente, la gripe “española” inició en un campamento de soldados estadounidenses que venían a combatir al viejo continente. Los responsables militares de entonces rechazaron la propuesta del presidente estadounidense de no enviar tropas a Europa para evitar la extensión de la gripe. Aducían que ello sería interpretado como si ellos se retiraran del entonces bando aliado. Los resultados de tal decisión son hoy ampliamente conocidos.

Ni la gripe de entonces era “española” ni el actual coronavirus sería chino. Se esperan las necesarias aclaraciones del gobierno de Estados Unidos al respecto.

En ambos casos Washington habría utilizado de manera irresponsable e inmoral una pandemia que entonces costó millones de muertes y ahora podría producir resultados similares. En estos momentos nadie se atreve, responsablemente, a predecir la posible evolución del fenómeno.

El asunto adquiere dimensiones políticas. Que Estados Unidos acuse a China sirve para evadir responsabilidades propias, y de paso, afea ante el mundo a la gran potencia asiática, principal competidor de Estados Unidos en la economía mundial. No es coincidencia que Pekín expulsara a todos los corresponsales de la prensa estadounidense, precisamente por carecer de profesionalidad, por informar de forma tendenciosa y divulgar mentiras, en sintonía con el gobierno de Washington.

Coincidencialmente, en ambos casos -1918 y 2020-  fueron soldados estadounidenses los portadores iniciales del mal y su gobierno el responsable directo del contagio mundial. Pasaron décadas hasta que se conoció el verdadero origen de la llamada “gripe española”. Hoy parece que no va a suceder lo mismo; la China de ahora no es la España de entonces.

A algunos gobiernos la pandemia les conviene. Es el caso claro de Piñeira en Chile o de Duque en Colombia, acosados por mil problemas. En Santiago se pide la renuncia del gobierno y una nueva constitución (para reemplazar la que dejó Pinochet), mientras que en Colombia, movilizaciones similares exigen investigar el denunciado fraude electoral que llevó a Duque al poder, y soluciones a la miseria de amplios sectores populares.

Con el coronavirus, la atención pública se desvía y, sobre todo, las calles se vacían y la protesta se limitará a los llamados ‘cacerolazos’ para alivio de los dos cuestionados gobernantes. Pero también otros aprovechan la pandemia para aliviarse de la presión de la opinión pública.

¿Bolsonaro en Brasil, que atraviesa un momento de grandes dificultades? ¿Macron en Francia, que no consigue apagar la protesta ciudadana? ¿O el mismo Trump cuya torpe gestión de la pandemia le coloca en grandes aprietos?

El coronavirus afecta de lleno no solo a la población sino que pone en entredicho el modelo neoliberal que reduce el sector público de la salud y disminuye o anula el control social sobre los empresarios privados (los mismos que, ahora sí, acuden presurosos a pedir las ayudas del Estado).

El caso de Colombia es muy llamativo; las políticas neoliberales desmantelaron completamente el sistema público de salud mientras su privatización solo ha traído corrupción e infinita ineficacia.

Si la pandemia golpea a este país andino con contundencia los efectos serán catastróficos. Igual puede afirmarse –manteniendo las proporciones- de Estados Unidos en donde un sector importante de la población carece por completo de seguros de salud y buena parte del resto tampoco están debidamente protegidos.

Las consecuencias serían de dimensiones igualmente catastróficas. Seguramente más que en Europa que, a pesar de los recortes nada desdeñables que han traído consigo el neoliberalismo mantiene aún sistemas de salud razonablemente buenos.

El coronavirus plantea además una cuestión muy inquietante: la pandemia como arma de guerra.

¿Algún laboratorio manipuló el virus del dengue común para que se convirtiera en hemorrágico y causara graves daños en Centroamérica? (y los sigue causando también en Sudamérica) ¿Alguien llevó a  Cuba hace unos años un virus letal que arruinó las granjas porcinas? ¿Quién está en condiciones de hacer manipulaciones semejantes y, sobre todo, a qué intereses beneficia? Con armas como el coronavirus se puede arruinar a un país concreto o a la economía mundial en su conjunto.

(Photos: Pixabay)

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