Globo, Mundo, Reino Unido

Trump no desaparecerá en silencio

Los expertos auguran que los dos próximos meses estarán plagados de estratagemas para disputar los resultados de los comicios.

 

Donald Trump. Photo by Gage Skidmore. License Creative Commons

Los analistas están preocupados porque Trump convierta la transición en un ejercicio de abusos de poder, enriquecimiento personal, autoindultos y purgas.

Por un lado, el equipo legal del mandatario, abanderado por su asesor y exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, afirma contar con casos concretos en los que se impidieron a observadores republicanos la entrada en las salas de recuento.

Por otro, las propias autoridades de los estados afectados, algunas republicanas, rechazan categóricamente esas declaraciones y las primeras escaramuzas legales no surtieron efecto alguno. El resultado por estados tiene que estar confirmado, con todos los eventuales recursos y litigios resueltos, antes del 8 de diciembre.

La premura se debe a que los estadounidenses no votan directamente a su presidente, sino a las personas que representarán a su estado en el Colegio Electoral.

El Colegio Electoral debe reunirse el 14 de diciembre para que los compromisarios de cada estado emitan sus votos, que serán contabilizados en una sesión de las dos cámaras del Congreso el 6 de enero.

En otros aspectos del tema, está la despedida y cierre de Trump, ambos hechos llenos de incertidumbres condicionadas por el explosivo carácter del presidente, de quien “vamos a conocer más en estos dos próximos meses que en los últimos cuatro años”, en palabras del exasesor Miles Taylor al diario The Washington Post.

Además de los persistentes rumores de una nueva “purga de castigo” entre su equipo de Gobierno, cabe la posibilidad de que haga uso de sus competencias para conceder indultos, con un propósito nunca antes visto: otorgarse a sí mismo la inmunidad ante cualquier futura investigación por delitos, dicen estudiosos.

En este escenario, el proceso de transición pasará a un segundo plano; desde el equipo del presidente electo, Joe Biden, no se espera ni ayuda ni concesión alguna.

Según fuentes de su campaña al medio antes citado, la idea consiste en aprovechar los amplios poderes que les concede la Ley de Transición Presidencial para esquivar los obstáculos que les pudieran preparar los aliados del presidente saliente.

Un informe emitido el pasado mes de agosto por el llamado Transition Integrity Project  (TIP) teme que Trump se marque dos sencillos objetivos en este escenario: destruir pruebas incriminatorias y ganar cuanto más dinero, mejor.

“La gente de toda orientación e ideología política que participó en todos nuestros simulacros están seguros de que Trump dará prioridad a la auto preservación y al beneficio propio en lugar de garantizar una transición administrativa ordenada a su sucesor”, concluyó el documento.

El TIP contempla, por ejemplo, la posibilidad de que el presidente multiplique sus estancias en su residencia y cuartel general de Mar a Lago, en Florida, con el consiguiente desvío de dinero hacia sus empresas particulares como encargadas de alimentar al séquito de seguridad que se vería obligado a acompañarle.

Hasta mediados de septiembre, esas visitas contaron 1,1 millones de dólares de fondos federales, que fueron directamente a las arcas de la organización del mandatario, Trump Enterprises.

Más realista es la opción de que el presidente recurra a la amnistía para proteger a aquellos asesores que violen leyes de protección de registros presidenciales si destruyen documentos comprometedores hacia el propio Trump. Tal variante la plantea USA Today”.

El antiguo fiscal de la investigación especial sobre la campaña de Trump, Andrew Weissmann, dijo al Washington Post que Trump “Va a usar estratégicamente este periodo para tratar, básicamente, de protegerse a sí mismo, a su familia y a su dinero”.

(Fotos: Pixabay)

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