Según estadísticas oficiales, en 2020 Panamá registró 455 homicidios por narcotráfico y pandillerismo y la mayoría de los casos ocurrieron en medio de la epidemia. El año pasado, en igual periodo, ocurrieron 407.
En enero se registraron 65 homicidios, una cifra que supera en 22 la de 2019.
Algunos especialistas dicen que en estos homicidios se cuentan el asesinato de siete personas a manos de una secta religiosa en la comarca Ngäbe Buglé y la estela de homicidios derivados de la masacre ocurrida en la cárcel La Joyita hace uno año..
Luego, en julio se cometieron 49 asesinatos, de los cuales siete corresponden a la matanza del búnker de Espinar, en la caribeña provincia de Colón, donde en las últimas 24 horas se registraron tres crímenes.
El hallazgo de los cuerpos en una fosa común en la comarca indígena, entre ellos una mujer embarazada y sus cinco hijos, y el hecho ocurrido en Colón fueron los que más acapararon la atención en este 2020 por la atrocidad y el enseñamiento de los asesinos.
A juicio del criminólogo Marco Aurelio Álvarez, con la pandemia las actividades del crimen organizado no se detuvieron, por el contrario, aumentaron con un alto ingrediente de violencia con el objetivo de establecer un régimen de terror.
“Este año la cuarentena le ha allanado el camino a los asesinos porque saben dónde están ubicados sus contrarios y por estar las calles más despobladas. Les es más fácil huir de la escena del crimen”, aseguró el especialista en declaraciones a La Estrella de Panamá.
Con este criterio coincide el médico forense Vicente Pachar, quien afirma que los casos están asociados al aumento de la violencia entre los grupos marginales de la sociedad: pandillas y narcotraficantes.
Agrega que, además, el asesinato de 41 mujeres féminas demuestra que “la participación de la mujer en el crimen organizado es cada vez más frecuente”.
Sobre el tema, la directora del Instituto de Criminología de la Universidad de Panamá, Bélgica Bernal, ha dicho que algunos de esos hechos son resultado de la correlación que ellas tienen con algún miembro de grupos delincuenciales.
La realidad es que muchas de las que están en la cárcel son utilizadas para servir a la justicia y pagar condenas de su pareja o familiares.
Otras son asesinadas en medio de un ciclo de venganzas por guardar relación con personas vinculadas a delitos.
Datos de la Dirección General del Sistema Penitenciario revelan que solo el 20% de la población delincuencial en Panamá corresponde al sexo femenino, pero cerca del 80% están arrestadas por transportar drogas, esconder mercancías, participar del menudeo y tener vínculos con un miembro activo de una banda criminal.
“Pagan por ser mujer, supuestamente la parte más débil de la delincuencia, pero si delinquen, les va peor, y son victimizadas doblemente, porque tienen hijos que no pueden criar y parejas que no pueden atender por estar cumpliendo condenas”, afirma Bernal.
En ello concuerda el investigador social Gilberto Toro, quien asegura que esas mujeres no son miembros activos ni importantes dentro de la estructura pandilleril.
«Son hermanas, madres, esposas o vecinas que tienen un valor sentimental para los miembros de las pandillas, lo que las hace blanco para venganza o mensajes de advertencias entre enemigos”, dice.
Cabe señalar que lo inusual en la ola de crímenes registrados en Panamá este 2020 es que la mayoría de los sucesos ocurrieron en medio de la cuarentena y el toque queda establecido para contrarrestar el avance de la pandemia en el país, dijo recientemente el fiscal superior Uris Vargas. (PL)