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Pandemia, derecha y bloqueo: Conversando con Lula

“Es importante entender que el gobierno de Jair Bolsonaro es un accidente, que pasará, como lo hizo Trump en Estados Unidos. Brasil y el mundo se merecen algo mucho mejor que Bolsonaro”.

 

Luiz Inacio Lula da Silva. Foto de Renato Gizzi / Flickr.  License Creative Commons

Osvaldo Cardosa

 

Esas son las palabras del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, cuando se refiere a lo que significa la presencia del actual mandatario de Brasil, a quien critica por el mal manejo que le ha dado a la pandemia y por su “desastrosa política internacional de su gobierno”.

“Nadie llama a Brasil para una reunión. Todo el mundo está preocupado por el desgobierno, la deforestación, la despreocupación por el Covid-19, las vacunas y el cuidado de la gente”, señala. De 75 años, Lula se asemeja a un familiar cercano y muchos en Brasil lo ven como el presidente que casi todos quisieran tener por ser tradicional en sus valores, pero muy firme en sus convicciones.

Sigue siendo el obrero metalúrgico de cabello gris bien cuidado, barba recortada y sonrisa perenne que, caracterizado por una axiomática humildad, resulta ser una de las personalidades políticas más notables del siglo XXI.

Durante su visita de cinco días al Distrito Federal de Brasilia de apenas pudo descansar, pero logró restituir vínculos con líderes y fuerzas de diferentes colores políticos.

“Creo que para el PT resulta muy significativo restablecer conversaciones con las fuerzas políticas de este país”, afirma el exdirigente obrero en un video tras el término de su estancia en la capital brasileña.

Durante los intercambios de opiniones abordó la vacuna anti Covid-19 urgente para todos, “la ayuda de emergencia de 600 reales (108 dólares mensuales), el crédito de emergencia para salvar a pequeñas y medianas empresas, y una política de inversiones para generar puestos de trabajo”.

Lula contestó de forma exclusiva algunas preguntas para Prensa Latina.

La pandemia

Actualmente una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) inquiere sobre acciones, omisiones y negligencia de la administración federal en su gestión ante el Covid-19.

En apenas dos semanas quedó confirmada la indolencia de Bolsonaro ante la pandemia y aquietó a sus bases aliadas y al propio exmilitar que intentaron desviar la atención de la labor en esa junta.

Amenazas de llamar a las Fuerzas Armadas y ataques al relator Renan Calheiros fueron algunas de las estrategias adoptadas por el Palacio de Planalto (sede del Poder Ejecutivo) y sus aliados en el Congreso.

“La CPI y otras investigaciones confirmarán lo que todo el mundo ha visto: la negligencia, la irresponsabilidad, la mentira, el absurdo de la actuación de Bolsonaro y su gobierno en la crisis sanitaria más grave del mundo en 100 años”, dice Lula.

El coronavirus cobra cientos de miles de vidas en el mundo, “solo en Brasil más de 435 mil personas”. Entonces Lula denuncia que “Bolsonaro, en lugar de coordinar a los gobiernos locales, saboteó repetidamente las medidas para combatir el virus, indicó medicamentos falsos a la población, desmanteló el equipo técnico del Ministerio de Salud. Algo inhumano”.

Según el exlíder sindical, los investigadores demostraron que al menos 200 mil personas murieron por los errores del gobierno en la pandemia.

Lula piensa que “los médicos cubanos podrían ayudar a la población en Brasil durante la crisis de Covid-19. Socorrieron mucho a los brasileños, especialmente a los de las comunidades más alejadas y los barrios más pobres”.

Los profesionales cubanos “son muy necesarios y el Gobierno que los rechazó (al programa Más Médicos), lo hizo porque no le importa la vida de la población brasileña”, dice. Hizo alusión a los candidatos vacunales que desarrolla la isla caribeña contra el patógeno e instó al gigante suramericano a analizar e ir tras todas las posibilidades de vacunas eficientes contra la Covid-19 y así dejar atrás esta pandemia lo antes posible.

Lula da Silva. Foto de Die Linke / Flickr. Creative License Commons.

La ayuda

Las poblaciones socialmente más vulnerables del país enfrentan una situación crítica ante la pandemia.

En periferias urbanas, favelas, tierras indígenas, quilombolas (afrodescendientes) y en comunidades rurales, los brasileños necesitan ayuda humanitaria urgente para acceder a las condiciones mínimas y protegerse de la enfermedad: alimentos, materiales de higiene, refugio.

La ayuda de emergencia resulta una victoria, pero no llega a todos los que la necesitan, somete a las personas a dificultades burocráticas y está lejos de resolver el problema. Cuando el Gobierno decidió cancelar la asistencia y después reiniciarla con menos recursos (de 600 reales bajó a 150), obligó a las familias a salir a las calles a buscar el sustento y por ende disparó las cifras de decesos e infecciones por el Covid.

Para Lula, Brasil tuvo meses a fin de prepararse, primero cuando el virus apareció en China y luego en Italia. Pudo cerrar las fronteras más rápidamente y enseguida realizar más pruebas para rastrear y aislar los focos de contagio.

Bolsonaro impidió estas acciones, aclara y asegura que la ayuda de emergencia cuando se aprobó por 600 reales fue por presión de los partidos de la oposición, principalmente del PT.

La ayuda, explica, “era esencial para evitar la propagación del virus y ayudar a los que podían quedarse en casa, y proteger a las empresas, especialmente a las pequeñas”.

Señala que el exmilitar “dejó que se cerrara (el auxilio) y ahora propone una cantidad menor, a menos personas. Para quienes tuvieran que trabajar, el Gobierno y las empresas deberían entregar equipos de protección y condiciones de seguridad, mientras deberíamos correr lo más rápido posible y vacunar a toda la población… Nada de esto se hizo”.

Cada vez está más claro, subraya Lula: “Bolsonaro quería que la población brasileña se expusiera al virus, sin importar el número de muertos”.

Condenas y elecciones

En abril, el Supremo Tribunal Federal (STF) revalidó la decisión que anuló las condenas contra el exmandatario en el ámbito de la desarticulada operación Lava Jato. Con tal confirmación, Lula recuperó sus derechos políticos y podría participar en las elecciones de 2022.

De los 11 jueces que componen la corte superior, ocho estuvieron de acuerdo en mantener la invalidez de las sentencias y tres se manifestaron en contra. Por el entendimiento del pleno, el exjuez Sérgio Moro, declarado sospechoso de parcialidad por el STF, no podría haber juzgado los casos contra Lula, quien cumplió 580 días de prisión política por supuestos actos de corrupción.

La medida del STF  culminó con la supresión de todas las condenas dictadas contra el expresidente, por lo cual retornó definitivamente al ámbito político-electoral.

Pese a tal posibilidad, analistas aseguran que la izquierda no debe cometer los errores de 2018, como la falta de unidad, que pavimentaron el triunfo de Bolsonaro ante las urnas.

“Esa elección fue atípica porque se creó una farsa para impedir que fuera candidato e hiciera campaña por el país. Incluso diera entrevistas”, explica Lula.
A su juicio, tras la condena por parte de un juez parcial (Moro), éste (Moro) promovió “la persecución política contra la izquierda. Como sé y el propio Bolsonaro sabe, que si hubiera competido en 2018 no hubiera ganado”.

Además, se creó durante años un clima de odio y mentiras por parte de algunos grupos mediáticos, lo cual permitió “la victoria de la extrema derecha y la elección de un troglodita. No fueron unas elecciones normales”.

Cuba y la política

Lula cuenta que cuando perdió las elecciones presidenciales en 1982 al gobierno de Sao Paulo y pensaba dejar la política, “visitó Cuba y Fidel Castro le dijo que no había sido derrotado, pues nunca antes un trabajador había recibido tantos votos en unas elecciones”.

Y eso le  animó a seguir en la política.

Y sobre Cuba dice que de la isla ha recibido para él y para pueblo brasilero “afecto, respeto y solidaridad”.

Por eso mismo condena el apoyo absurdo del excapitán del Ejército, Jair Bolsonaro, al bloqueo, respaldo “que se hizo dentro de una política de sometimiento a Trump”.

Durante la votación en la Asamblea General de la ONU en noviembre de 2019, Cuba recibió el respaldo abrumador de la comunidad internacional, cuando 187 Estados miembros se pronunciaron contra el bloqueo económico, comercial y financiero.

Solo dos países se abstuvieron: Colombia y Ucrania; mientras que Estados Unidos, Israel y Brasil votaron en contra del levantamiento del asedio y quedaron aislados ante el reclamo de la mayoría de la comunidad internacional.

Comentaristas advirtieron que este cambio del Ejecutivo brasileño a favor del cerco contra La Habana rompió una tradición diplomática de 1992 y se debió más al intento de Bolsonaro de fortalecer la alineación ideológica con el entonces presidente estadounidense Donald Trump. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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