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El monje que se casó con una monja

Como referente de la historia mundial, Martín Lutero ocupa un lugar junto a Alejandro Magno o Napoleón, individuos cuyas acciones marcaron el mundo durante siglos después de su muerte.

 

Martin Luther en la Dieta de Worms. Pintura de Emile Delperée. Excento de copyright. Public Domain.

Sean Sheehan

 

Al igual que todavía hay ciudades que llevan el nombre de Alejandro, al igual que el laicismo actual en Francia debe su existencia a Napoleón, la división dentro de la cristiandad entre católicos y protestantes es directamente atribuible a un antisemita pendenciero que clavó una lista de proposiciones en la puerta de una iglesia en Wittenberg en 1517.

Los primeros seguidores de Lutero se llamaban wittenbergianos y todo el asunto de los nombres en la Reforma se analiza en un capítulo que trata sobre todo de la afición del propio Lutero a insultar a sus seguidores con etiquetas absurdas.

Le gustaba utilizar imágenes de excrementos cuando arremetía contra Pablo 111, el “Papa pedorro”, y la hostilidad al papado era fundamental en sus creencias. Se dice que repitió una maldición profética antes de morir: “Vivo fui tu plaga, oh Papa, muerto seré tu muerte”.

El antisemitismo de Lutero era fóbico, sus raíces eran mucho más profundas que las diferencias intelectuales y teológicas entre el judaísmo y el cristianismo.

El odio virulento de Lutero le hizo obsesionarse con la circuncisión y en una diatriba pide que se quemen las sinagogas, se demuelan las casas y se ponga a los judíos en reservas para trabajos forzados, una expresión escalofriante de una patología social en el pensamiento europeo que llevaría a Auschwitz.

Sólo el psicoanálisis puede intentar explicar esto, especialmente a la luz de las similitudes entre la religión de Lutero y el judaísmo: priorización de las escrituras; minimización de María; no-celibato para sus maestros; y con poco que decir sobre el más allá.

Hay 70 millones de luteranos en el mundo, pero en Wittenberg el 80 % de la población no profesa ninguna religión.

El libro de Lyndal Roper es un estudio sobre las posturas masculinas, el discurso del odio y otros aspectos desagradables de un determinado tipo de hombre.

También muestra cómo el éxito inicial de Lutero estuvo ligado a una campaña de marketing originada en el taller del artista Lucas Cranach.

Comenzó con retratos que luego se copiaron en medallas, recipientes para beber, portadas de libros y azulejos; Lutero se habría lanzado a Twitter con un celo similar al de Trump.  Los artistas actuales ofrecen imágenes más provocativas del hombre, destacando su agresividad o, como hace Neel Kortewg en su retrato, subrayando su antisemitismo complaciente al sostener un anillo de oro, el símbolo que los judíos estaban obligados a llevar.

Portaretrato de Martin Luther, 1529, por Cranach, Lucas, the Elder (1472-1553). Excento de copyright. Public Domain.

El retrato que un artista hace de Lutero lo alinea con denunciantes como Edward Snowden, un recordatorio de que hay un lado heroico en el hombre que defendió sus creencias cuando podría haber sido quemado en la hoguera por hereje.

En el inteligente y absorbente libro de Roper, hace una mención de pasada a los calcetines que se fabrican con motivo del 500 aniversario de la Reforma en 2017. Llevan las palabras que, según se dice, pronunció Lutero al comparecer ante el emperador Carlos en la Dieta de Worms – “Here I stand” (Aquí estoy) – recordando ingeniosamente a un monje sin gracia que se casó con una monja y asumió el poder del papado.

Living I was your plague: Martin Luther’s world and legacy (Vivo era tu peste: el mundo de Martín Lutero y su legado), de Lyndall Roper, es publicado por Princeton University Press.

(Traducido por Claudia Lillo – Email: lillo@usal.es)

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