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El hambre que rodea a Afganistán

Tras el final de una guerra de dos decenios, al precio de miles de vidas de gente inocente y millones de refugiados y desplazados internos, los afganos temen el inicio del invierno mientras la sequía demolió la agricultura del país centroasiático, cuya crítica situación está enmarcada además por la pandemia de Covid-19.

 

Los fundamentalistas radicales islámicos, que conquistaron Kabul a mediados de agosto, se afanan por conversar con el resto del mundo, incluyendo al invasor Estados Unidos, para tratar de evitar que la población afgana sea presa de la crisis humanitaria.

Recientemente, el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, pidió a la comunidad internacional reprogramar el dinero asignado para desarrollar la ayuda humanitaria para Afganistán.

Griffiths instó al G-20 que se preocupe por la situación de la población afgana, pues la economía de la nación centroasiática se hunde y la mitad de la población padece hambre, reflejó la agencia de noticias The Khaama Press.

Las necesidades en la nación centroasiática se disparan por todo tipo de razones, pero la mitad de la población del país está ahora en riesgo de no tener suficientes alimentos y sin saber de dónde vendrá su próxima comida.

Asimismo, la mitad de los niños menores de cinco años corren el riesgo de sufrir desnutrición aguda, añadió Griffiths.

El secretario general adjunto de la ONU rogó a los países del mundo que aporten dinero para ocuparse de la crisis humanitaria en Afganistán, pues las ayudas son incondicionales, no importa quién gobierne el país ni dónde.

También es preocupante la llegada de la temporada invernal, por lo que deben distribuirse tres veces más la cantidad de alimentos que son entregados actualmente a cuatro millones de afganos.

Desde el ascenso al poder del movimiento Talibán, el devastado país está inmerso en una crisis y necesita ayuda internacional.

El movimiento insurgente asumió el poder a mediados de agosto último, mientras Estados Unidos y la OTAN sacaron sus tropas tras 20 años de ocupación militar y billones de dólares en gastos de guerra, además de miles de civiles afganos muertos.

Afganistán está actualmente más empobrecida que hace dos décadas, con cinco millones de desplazados internos y la mayor parte de la población amenazada por la hambruna.

Considerada la séptima nación más pobre del mundo, el país está en una encrucijada económica pues Estados Unidos congeló en sus bancos nueve mil 400 millones de dólares de los activos del banco central afgano.

A la par, el Banco Mundial bloqueó las cuentas de los proyectos de desarrollo y el Fondo Monetario Internacional suspendió el acceso afgano a sus recursos, incluidos 440 millones de dólares en nuevas reservas monetarias.

La suspensión de la ayuda financiera supone un duro golpe para una economía dependiente en gran medida de la ayuda exterior, que enfrenta igualmente al aumento del precio de los alimentos.

David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) dijo en un comunicado conjunto con la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que más de 22 millones de los 38 millones de afganos sufrirán inseguridad alimentaria este invierno.

Afganistán se está convirtiendo en la mayor crisis humanitaria del mundo, con necesidades que superan las de Etiopía, Sudán del Sur, Siria y Yemen, apuntó una declaración del PMA.

No podemos permitir que Afganistán sea un fracaso colectivo: la comunidad internacional debe evitar que la crisis se convierta en una catástrofe, advirtió el programa de la ONU.

“Las cosas ya eran desesperadas, y ahora la sequía, el aumento de los desplazamientos, el colapso de los servicios públicos y una crisis económica cada vez más profunda llevan a todo el país al precipicio”, agregó. La pérdida de puestos de trabajo, la falta de dinero en efectivo y la subida de los precios mueven la crisis humanitaria a un nuevo nivel, creando una nueva clase de hambrientos, según el informe.

«Los niños y las personas mayores corren un riesgo especial”, afirmó Jean-Martin Bauer, especialista en seguridad alimentaria del PMA que trabajó en el reporte.

Un millón de niños corren el riesgo de sufrir desnutrición aguda grave, y dos millones más peligran de padecer desnutrición aguda moderada. Además, 700 mil mujeres embarazadas o lactantes también necesitan apoyo.

Entre tanto, los gobernantes talibanes anunciaron un programa de ayuda consistente en dar trigo a cambio de trabajo, pero las agencias de la ONU advirtieron que el plan de respuesta humanitaria sólo recibió un tercio de su financiación. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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