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Viejas historias de inmigrantes: Gabriela Quevedo

Es 2014. Defensora de los derechos de los inmigrantes, comprometida activista y feminista, Gabriela piensa que la unificación de Latinoamérica es importante, aunque es crítica con algunos procesos que se han seguido para conseguirlo.

 

Gabriela Quevedo Foto de Pablo Allison
Gabriela Quevedo
Foto de Pablo Allison

Virginia Moreno

 

Nació en Venezuela, finalizó primero sociología y luego realizó un master enfocado en derechos humanos en el Institute of Commonwealth Studies, de la Universidad de Londres.

Después realizóestudios doctorales en la Universidad de Nottingham.

Su trayectoria como activista data de tiempo atrás, pues desde muy joven empezó a involucrarse en proyectos y trabajos a favor de la gente, lo que le permite hoy tener un profundo conocimiento de lo que ocurre en su país y en el Reino Unido, sobre todo en materia de derechos y problemática de la mujer, así como de los derechos laborales de los inmigrantes.  Parte de su formación intelectual y personal, fue desarrollada en el Centro de Investigación Social CISOR[1], de gran trayectoria en Venezuela. Y fue después de graduarse siguiendo su propósito de conocer otras partes del mundo y vivir otras culturas, que decidió viajar a un país de habla inglesa.

Fue así como en 2005 llegó a Londres, y aunque su idea no era quedarse demasiado tiempo, finalmente decidió asentarse aquí..

Comenzó trabajando de niñera, cuidando a personas mayores, limpiando o haciendo sopas en una cocina y solo poco después de terminar su Master empezó a trabajar en su área profesional.

Como firme defensora de los derechos de los inmigrantes y de su identidad, destaca el papel de la mujer como activista comprometida y las potencialidades de los latinoamericanos en los distintos espacios que se le presentan.

Gabriela Quevedo 5Por ello apoya la diversidad como medio para entender nuestras diferencias, y la necesidad de buscar maneras de trabajo que permitan la inclusión real de la mujer en el activismo.

Actual miembro de la junta directiva de la organización Latin American Women´s Aid (LAWA) y voluntaria en otras organizaciones enfocadas en los derechos de los inmigrantes, Gabriela Quevedo habló con The Prisma.

¿En qué frentes de trabajo participa actualmente?

En estos momentos tengo dos prioridades: una está asociada a mi tesis doctoral, que es un estudio sobre las historias de vida de los activistas sindicales latinoamericanos en Londres. En la medida en que el tiempo lo permite, como activista me mantengo vinculada a esa área de trabajo a través de la Coalición de Latinoamericanos en Reino Unido (CLAUK), pues una de las prioridades temáticas de CLAUK es la defensa de los derechos laborales de los latinoamericanos

Mi otro interés es el tema de los derechos de la mujer: soy miembro de la junta directiva de la organización Latin American Women´s Aid, donde llevo dos años y medio. Me he descubierto a mi misma a través del trabajo con ellas, tanto en el feminismo como en la latinoamericanidad.

La militancia requiere tiempo y sacrificio. ¿Es más difícil ser activista para una mujer que para un hombre?

En general las mujeres tenemos bastantes desventajas estructurales en relación a nuestras posibilidades reales de acceso a espacios públicos de trabajo, incluido el activismo. Esto se debe a los roles tradicionalmente asociados a la mujer.

Sin embargo la gran mayoría de las mejores activistas y las más comprometidas son las mujeres.

Gabriela Quevedo 4Pero si es cierto que, lamentablemente, hay espacios que no promueven su participación. Por ello hay que tener siempre en mente la perspectiva de género, de forma que nuestras maneras de trabajo realmente faciliten esa inclusión.

¿Mejora el papel de la mujer latinoamericana en Inglaterra?

Desde cierto punto de vista sí, pero la experiencia no es unificada. Las mujeres latinoamericanas no somos un ente único, somos muy diferentes entre nosotras, según el país del que vengamos, nuestra situación socioeconómica o las oportunidades que hayamos tenido. Dependiendo de eso, será más fácil o difícil cuando lleguemos.

En general, sí creo que la migración abre ciertas puertas, que a todos, cuando salimos de nuestras culturas, se nos abre una oportunidad para pensar diferente. Sin embargo, el hecho de venir aquí no necesariamente abre todas las puertas de oportunidades.

¿Qué percepción tiene de la comunidad latinoamericana en Londres?

Tenemos muchas potencialidades. Especialmente en los últimos años se ha hecho un esfuerzo bastante importante para generar trabajo en red desde las distintas organizaciones. Por un lado, están las organizaciones de base, que trabajan con voluntarios (es un trabajo duro y complicado pero sumamente valioso).

Por otro lado, están las organizaciones que tienen una dinámica diferente porque están financiadas. Y por último, están los latinoamericanos que pertenecen a asociaciones que no son latinoamericanas y que hacen activismo en áreas relacionadas.

Creo que hay un movimiento interesante en este país desde hace tiempo. La migración latinoamericana en el Reino Unido es joven y nos hace falta madurar un poco para tener una mejor visibilidad, a la par de otras minorías étnicas. En toda comunidad van a haber diferencias, pero no soy de la opinión de que eso tiene que ser necesariamente un problema.

Gabriela Quevedo 3¿Está tan unida como parece?

No pienso que haya que creer en una idea romántica de unidad. Creo que hay que creer en la diversidad y entender que desde nuestras diferencias, estamos apuntando a una misma dirección. Hay muchas cosas por las cuales luchar y se necesita cierta coherencia de dirección. Esto no quiere decir necesariamente una unidad monolítica, porque no creo que sea muy positiva, pero sí un foco de dirección conjunto desde distintos espacios. Pero para que esto funcione no podemos olvidarnos de dónde venimos.

A veces cometemos el error de sobrevalorar la llamada ‘integración’. Esto no quiere decir que no hagamos redes con distintas comunidades, o con los británicos, pero hay que tener muy claro que somos diferentes, que no somos europeos. Esto es muy importante desde el punto de vista sociopolítico y de identidad.

En el tiempo que lleva en este país, ¿ha visto evolucionar la integración de los latinoamericanos?

Somos capaces de movernos en los diferentes espacios que se nos presentan. Cuando hay oportunidades reales, los latinoamericanos tendemos a ser muy exitosos. Tenemos mucho que aportar a esta cultura y a cualquier otra. En mi opinión, cuando los latinoamericanos nos insertamos en otros espacios,, nuestra perspectiva cobra valor cuando logramos introducir una visión diferente, la visión del “Sur Global”, a falta de un mejor termino. Es fundamental que haya voces distintas y que se escuchen.

¿Qué rol juega la educación en la integración?

La educación es algo importantísimo para la integración. Pensando en la segunda generación de latinoamericanos, es interesante que no sólo nos eduquemos en el mundo inglés si no también en nuestras raíces para no olvidarlas. Que nuestros jóvenes que vayan a crecer aquí, lo hagan entendiendo su rol en la sociedad británica pero también sabiendo de donde vienen. Esto ayuda a formar tu identidad, y cuando llega a ser sólida, puedes entrar en el espacio británico o en cualquier otro con una visión clara de quien eres tú.

Aún así, tratar de generar espacios y oportunidades para acceder a la educación es complicado. Las tasas de las universidades han subido muchísimo, incluso para los ciudadanos británicos.

Y esto es grave porque se ponen en juego los mecanismos reales de inserción y progreso de la gente.

Esto es una lucha en la que como inmigrantes tenemos que participar.

¿Cree que la política bolivariana es buena para los países latinoamericanos?

Mi percepción es que el continente necesitaba dar un paso político global.

El proceso que empezó en Venezuela y luego continuó en otros países, ideológicamente hablando, era necesario.

Hay problemas concretos de la gente que no están resueltos y otros que por primera vez se resolvieron, al igual que se crearon espacios para dar voz a aquellos que nunca pudieron participar.

Desde el punto de vista global, Latinoamérica tiene que conseguir ser un ente unido.

Es una tarea urgente entendernos como una identidad geopolítica que camina hacia una dirección. El cómo se está dando eso, tiene que mirarse caso por caso, de manera crítica, generando una mirada más honesta que dé cuenta tanto de las miserias como de las virtudes de cada proceso.

Siempre rehúso a generar visiones polarizadas de la realidad venezolana, porque esa polarización ha generado muchos problemas, no ayuda al debate y desvirtúa la realidad. En el fondo lo que los Venezolanos queremos es tranquilidad, independencia y soberanía. Y es complicado tener esa soberanía en un mundo global dominado por ejes de poder basados en el norte. Pero por supuesto la película es mucho más compleja. Lo esencial, en todo caso, es empujar aquellos procesos que generen el mejor resultado posible a la mayoría de los venezolanos y latinoamericanos.

¿Considera que debería haber libre circulación para los inmigrantes?

Por supuesto. Las fronteras son una invención de los poderosos y de los sistemas que dominan el planeta.

La libertad de circulación está asociada al poder geopolítico de tu país de origen. Solemos pensar que esto es ‘lo normal’. Pero no es normal, es profundamente injusto. Creo firmemente que la libre circulación tiene que ser una prioridad absoluta.

Aun cuando uno pueda entender que cada región tiene el derecho a velar pos sus intereses, lo que no podemos seguir reproduciendo es un sistema mundial tan profundamente desigual y excluyente. Por eso aún hay mucho que decir sobre el tema de la inmigración.

(Fotos de Gabriela Quevedo suministradas por la etrevistada. Otras fotos: Pixabay)

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