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El “anarco-neoliberalismo”

En general se desconocen las condiciones históricas que originaron la polarización social latinoamericana entre quienes concentran la riqueza y una enorme población. Una población que, bajo la pandemia, ha visto agravar sus condiciones de vida y trabajo.

 

Juan J. Paz-y-Miño Cepeda

 

El anarquismo fue necesariamente anticapitalista. William Godwin planteó tempranamente eliminar el Estado por sujetarse a los intereses de la clase dominante. Para Charles Fourier, el Estado defiende los intereses de los capitalistas y buscó en los “falansterios” una vida comunitaria, libre y con equidad. Pierre-Joseph Proudhon denunció que la propiedad privada era un robo a la sociedad.

El pensamiento compartido con MijailBakunin, Piotr Kropotkin, ErricoMalatesta y tantos otros fundadores del anarquismo, se dirigió, en esencia, a defender la libertad contra todo tipo de poder, soñaron con una sociedad de iguales, condenaron la explotación a los trabajadores.

Por eso el anarquismo se extendió en diversos países, adquiriendo particular fuerza en Alemania, Italia, Francia, Rusia y de modo especial en España, donde fue uno de los soportes de la república, hasta que el fin de la guerra civil (1939) y la instauración del franquismo, acabó con su influencia.

En los EEUU fueron anarquistas los promotores de las movilizaciones de Chicago (1886), que reivindicaron la jornada de ocho horas. Sus líderes fueron juzgados y varios recibieron la pena de muerte. En recuerdo a esa lucha se celebra internacionalmente el 1 de mayo como Día del Trabajo.

En América Latina el anarquismo de origen europeo fue cultivado desde inicios del siglo XX.

Sus seguidores se unieron a las luchas de los trabajadores. Logró fuerza en Argentina (se creó la Federación Obrera Regional Argentina), Brasil, Chile, Cuba, México (destacaron los hermanos Flores Magón), Uruguay e incluso Ecuador, donde la Federación Regional de Trabajadores (FTRE) dirigió la huelga que terminó en la masacre obrera del 15 de noviembre de 1922 en Guayaquil.

Sin embargo, el anarquismo latinoamericano perdió fuerza con el desarrollo de los partidos marxistas.

Contradiciendo esa trayectoria histórica, vinculada con la lucha obrera por la liberación de las condiciones del capitalismo, desde mediados del siglo XX comenzaron a surgir algunos pensadores que, tergiversando el espíritu libertario original y de los movimientos que le siguieron, se han dedicado a la tarea de intentar la “lucha” a favor del neoliberalismo utilizando supuestas ideas anarquistas.

Entre sus fuentes se halla la Escuela Austríaca de Economía, entre quienes destaca Friedrich von Hayek (1899-1992), contradictor de J. M. Keynes (1883-1946) y Premio Nobel de economía en 1974, quien fuera un defensor a ultranza del liberalismo económico, con ataques al socialismo, la planificación y el intervencionismo estatal en su temprano libro Camino de servidumbre (1944), una mediocre obra que identificó al nazismo como fruto del socialismo, una tesis insostenible, cuestionada en su misma época por economistas como Franklin H. Knight.

No fue la única, pues Keynes también criticó a Hayek por su obra Precios y Producción, como «uno de los más espantosos embrollos que he leído».

Más cercano se halla el economista e historiador norteamericano Murray Rothbard (1926-1995), padre del “anarcocapitalismo”, enemigo de toda participación del Estado y defensor absoluto de la privatización de bienes y servicios públicos; mientras en Europa ha tomado protagonismo el “paleolibertario” alemán Hans-HermannHoppe (1949).

También en Europa y los EEUU se han creado “Partidos Libertarios”. En materia económica, los “libertarios neoliberales” quieren disminuir al máximo el Estado o hacerlo desaparecer; rechazan todo tipo de “socialismo”.

Además  piensan en la privatización de todos los bienes y servicios en manos estatales (incluyendo seguridad social, medicina, educación e incluso justicia y hasta defensa); defienden el mercado absolutamente libre y también la empresa privada, consideran confiscatorio y un “robo” todo tipo de impuestos y -obviamente- sostienen que la propiedad privada es parte de la esencia libre del ser humano. Las corrientes del “neoliberalismo-anarquista” se identifican como anarquismo ontológico, ‘propietarianismo’, ‘neoanarcoindividualismo’, libertarianismo o simplemente “libertarios”.

Las ideologías no son solo económicas, sino también políticas y hasta culturales, como sucede con el neohispanismo histórico de derecha (el Partido Vox de España es su promotor y ahora existe una “internacional derechista” que comparte sus visiones).

Ellos quieren convertir a los conquistadores en “libertadores” de pueblos y la época colonial latinoamericana como un idilio de convivencia de una sui géneris “supracomunidad hispánica” de naciones.

En América Latina el “libertarismo neoliberal” o “anarco-neoliberalismo” era poco conocido, pero ha comenzado a despertar seguidores. Uno de sus referentes actuales es el argentino Javier Milei, profesor y diputado de la ultraderecha, cuyas excentricidades libertarianistas se han extendido rápidamente.

Y también parecen haber llegado a Ecuador, donde economistas y opinadores ensayan la agudización del radicalismo neoliberal, asumiendo que su lucha está orientada a conquistar la más profunda “libertad individual”, sobre la base del emprendimiento personal y el rechazo al Estado “opresor”. (PL)

(Fotos: Pixabay)

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