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Un héroe ucraniano

Tras la toma de Crimea por parte de Rusia, pero antes de la invasión de Ucrania, el astuto Perry Anderson describió el Estado de Zelensky como «un régimen cliente tutelado por los procónsules estadounidenses en Kiev».

 

Anarquismo. Foto de Rae Allen / Flickr. Creative Commons License.

Sean Sheehan

 

El neoliberalismo ha estado ciertamente a la orden del día en Kiev: privatización, desregulación, desunión. Zelensky, como demuestra el cierre de los medios de comunicación de la oposición, no es en absoluto reacio a las medidas antidemocráticas.

Nada de esto excusa lo que está haciendo Rusia, pero es parte de la razón por la que Estados Unidos no es un espectador inocente de lo que está sucediendo. La señalización de virtudes que se ha convertido en algo de rigor en Occidente, alimentada a diario por unos medios de comunicación sumamente complacientes, sirve muy bien a la política exterior estadounidense.

Esto se evita al descubrir que, después de todo, tenemos el deber de cuidar a los refugiados (de piel blanca) y que está bien que (los no palestinos) usen bombas de gasolina contra un ejército que invade su tierra.

«Nestor Makhno» habla de un activista ucraniano que, a diferencia de Zelensky, puede ser admirado. El levantamiento anarquista rural de Makhno en Ucrania surgió de la explosión de las aspiraciones democráticas desencadenadas por la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia.

Los bolcheviques lo retrataron como un delincuente problemático, pero esto ocurrió después de que él y los ucranianos de mentalidad socialista desempeñaran su papel en la derrota de los ejércitos blancos que amenazaban la Revolución.

Decenas de miles de campesinos y trabajadores ucranianos apoyaron sus esfuerzos por hacer realidad los ideales anarquistas y la historia de su vida y sus luchas está bien contada por Colin Darch.

Condenado a muerte por las autoridades zaristas en 1910 por su militancia -el robo de bienes del Estado era su especialidad- fue castigado con veinte años de trabajos forzados. Liberado después de 1917, como muchos con convicciones anarquistas luchó junto a los bolcheviques

Los lamentables acontecimientos que siguieron, cuando la derrota de los ejércitos blancos se hizo más probable, vieron a los revolucionarios luchar entre sí.

El ejército de Makhno quedó reducido a unos pocos centenares de fugitivos y él pasó el resto de su vida en el exilio.

La distorsión de lo que representaba quedó consagrada como historia oficial. Sus últimos años se desarrollaron en París, donde vivió en una habitación sencilla, aquejado de desnutrición, una herida de guerra y tuberculosis.

En el epílogo del libro, titulado “The reframing of Makhno for the twenty-first century” (La adaptación de Makhno para el siglo XXI), se ve cómo Makhno es apropiado y domesticado. La ciudad donde nació solicita la devolución de sus cenizas desde Francia, con la esperanza de capitalizar un potencial turístico: «Él es nuestra marca», dice un dirigente de la ciudad.

Lo que puede olvidarse es el logro de Makhno como encarnación del anarquismo de masas en acción, tan digno de atención como el movimiento anarquista en la historia de España.

El peligro es que los ultranacionalistas se apropien de él, lo moldeen y lo mitifiquen para que ocupe un lugar junto a Stepan Bandera, el colaborador nazi tan venerado por sectores de la opinión pública y la derecha ucraniana.

Una alineación de figuras tan diferentes sería una parodia: La política de Makhno era anarquista y comunista; la de Bandera, fascista y racista.

“Nestor Makhno and rural anarchsim in Ukraine, 1917-1921” (Nestor Makhno y el anarquismo rural en Ucrania), 1917-1921″, de Colin Darch, está publicado por Pluto Press.

(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marin)

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