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La culpa importa

“La culpa es una gran motivadora”, le dije a mi terapista, a ella no le gustó mucho, por supuesto  yo la estaba provocando.    Sin embargo, los psicoanalistas a menudo se ocupan de mitigar estos sentimientos de culpa, ya que los ven como señales del superyó represivo.

 

Steve Latham

 

De hecho, la culpa puede ser inducida como medio de control social; los padres, la religión, nuestros jefes, la sociedad en su conjunto puede presionarnos para que nos ajustemos   a sus estándares.

La culpa es la consecuencia interior de infringir estas leyes, no solo cosechamos el castigo externo infligido por las autoridades, sino que además  internalizamos un patrón de auto desprecio  y repulsión.

De este modo, el policía se transforma en nuestra consciencia, para mantenernos a raya, esto nos impide que actuemos libremente y de esa forma evita que nos demos cuenta de nuestro propio potencial y de nuestros deseos.

Los sentimientos de culpa subsiguientes pueden atarnos, causando enfermedades psicosomáticas como también neurosis y depresión.

De forma irónica, los psiquiatras, psicoanalistas y psicoterapeutas, también pueden ser usados para el mismo propósito, lo único que cambia son las etiquetas.

No solo en la Unión Soviética las enfermedades mentales eran usadas como una herramienta de represión política, sino también en occidente, donde  a un comportamiento inconformista  a menudo se lo etiqueta como enfermedad mental.

Esto explica, por ejemplo, la gran cantidad de diagnósticos de esquizofrenia  entre determinadas etnias y comunidades de inmigrantes, cuando los doctores nativos no llegan a comprender las formas de comportamiento que son específicas de determinadas culturas.

Tampoco tienen en cuenta las experiencias de injusticia, pobreza y racismo sufridas, que contribuyen al odio y la rabia  entre los grupos que son excluidos del poder en la sociedad capitalista.

Parece ser que un comportamiento irracional bien podría ser una muy razonable respuesta al tratamiento inaceptable en un mundo poco sensato.

No obstante, hay ocasiones en las tenemos que sentirnos culpables, debemos saber distinguir entre sentimientos de culpa y la culpa real, ya que podríamos sentirnos culpables cuando no lo somos y viceversa Así, se podría hacer sentir culpable a alguien, por ejemplo,  a un adolescente por no preocuparse por su madre cuando en realidad no era así, sino que el distanciamiento formaba parte del proceso de transformación de la adolescencia a la edad adulta independiente.

Del mismo modo alguien podría no sentirse culpable por cometer homiciio al no tener sentido de responsabilidad personal.

Al experimentar sentimientos de culpa injustificada, necesitamos ayuda para sobreponernos, pero cuando somos culpables, entonces debemos aceptar nuestra responsabilidad, arrepentirnos y resarcirnos.

Si prometemos algo en el trabajo y no lo cumplimos, entonces es natural sentir algo de culpa, sin embargo, en casos más graves, experimentar culpa implica  un conjunto de normas, antes las cuales somos culpables y no simplemente un conjunto arbitrario de valores sociales.

Esto conlleva a un análisis moral, lo que difiere de una actitud “moralista” sentenciosa y condenatoria.

Entonces, para que la culpa sea un factor motivador ¿no necesitamos un sistema de morales ante el cual somos responsables? ¿O es todo relativo? Esto aplica no solo a lo personal, sino también a asuntos sociopolíticos. ¿No deberían sentirse culpables el explotador, el racista o el homofóbico?

 (Traducido por Pablo Bisbal – Email: kuky02@hotmail.com) – Fotos: Pixabay

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