Globo, Latinoamerica, Reino Unido

América Latina en un mundo post-Covid: Daños económicos, un cuadro deprimente

Aunque la región aplicó algunos de los cierres más duros del mundo, sus economías fueron las más afectadas del mundo en los dos primeros años de la pandemia. Con el covirus como preocupación constante, la pobreza y la extrema pobreza que afectan ahora a 287 millones de personas y el hambre en su nivel más alto en veinte años, el progreso social ha sufrido un enorme retroceso.

 

Nicolas Forsans*

 

La pandemia ha provocado la mayor recesión mundial desde la Segunda Guerra Mundial. Mientras que el PIB mundial se contrajo un 3% en el primer año de la pandemia, el de la región en su conjunto disminuyó un 7,5%, según el FMI. Y a algunos países, como Perú, les fue aún peor.

La respuesta política varió mucho en la región. Goldman Sachs calcula que Argentina, Chile y, sobre todo, Perú fueron los países más restringidos del mundo debido a la severidad de los cierres y los requisitos de distanciamiento social. En estos países, los gobiernos se apresuraron a reconocer el peligro del Covid y algunos se encerraron incluso antes de registrar 10 infecciones. Pero en los dos países más grandes de la región, la respuesta de las autoridades ha sido muy diferente.

En Brasil, el presidente populista de derechas Bolsonaro comparó la enfermedad con un «resfriado», mientras que su homólogo mexicano de izquierdas instó a su población a seguir abrazándose. En general, la región fue sometida a encierros más duros y prolongados que en cualquier parte del mundo.

Pérdida de puestos de trabajo

Como resultado, las economías recibieron un duro golpe. Estrictos cierres impiden que surja la actividad económica y destruyen puestos de trabajo y medios de vida.

Según las Naciones Unidas, la región sale de la pandemia con niveles de empleo inferiores en un 11% a los del periodo prepandémico. De hecho, la economía, muy debilitada, limitó la capacidad de los trabajadores para reincorporarse al mercado laboral.

En general, sólo el 62% de los trabajadores de la región tuvo un empleo después del Covid, y tanto Colombia como Brasil se dieron las mayores brechas en comparación con el periodo prepandémico, con Ecuador siguiéndoles de cerca.

Mientras tanto, el empleo se ha recuperado en Guatemala, Nicaragua y El Salvador.

Una cosa es tener «empleo» y otra es tener «buen empleo». La pandemia ha repercutido en la calidad de los puestos de trabajo disponibles, siendo Panamá, Nicaragua y Perú los países donde más ha disminuido el empleo formal y donde la informalidad ha vuelto a aumentar. Con la informalidad llegan la inseguridad y la vulnerabilidad.

Un segundo indicador de la disminución del trabajo de calidad es el número de horas trabajadas, que ha pasado de 43 a 37 horas semanales de media. Y aunque el aumento del espíritu empresarial suele ser celebrado, el autoempleo en la región tiende a ser una estrategia de supervivencia, un último recurso cuando no hay empleos formales disponibles.

Al salir de la pandemia, más de una cuarta parte de los trabajadores trabajan para sí mismos o para «microempresas» de menos de cuatro empleados.

Un enorme retroceso

La pérdida de empleo ha afectado de forma desproporcionada a los grupos vulnerables, a las mujeres y a los trabajadores con menos formación.

Cerca de uno de cada cuatro de los que trabajaban antes de la pandemia en la región declaró que ya no trabajaba, y entre ellos más de la mitad había abandonado el mercado laboral en su totalidad, en particular las madres de niños pequeños, las mujeres, las personas de entre 55 y 64 años y las que sólo tienen estudios primarios o menos. La CEPAL señala que «la enorme salida de las mujeres del mercado laboral ha hecho retroceder 18 años su tasa de participación en la población activa». Se trata de un enorme retroceso.

El resultado combinado de menos puestos de trabajo y menos horas trabajadas es la dramática pérdida de ingresos experimentada por muchos. Casi el 50% de los hogares han tenido dificultades para situar sus ingresos totales en el nivel que tenían antes de la pandemia.

Muchos gobiernos trataron de aminorar los daños económicos a través de gastos y transferencias sociales, pero de forma extremadamente limitada en comparación con los estándares mundiales.

Mientras que Brasil aumentó el gasto en bienestar social hasta tal punto que la pobreza y la desigualdad disminuyeron durante el primer año de la pandemia a pesar del aumento del desempleo, el apoyo fue extremadamente limitado en Nicaragua, México, Ecuador y Colombia.

Con una respuesta tan heterogénea y la limitada capacidad de los gobiernos para mitigar el impacto de los cierres, los niveles de pobreza y pobreza extrema aumentaron significativamente.

La CEPAL calcula que el número de personas que viven en la pobreza extrema aumentó de 81 a 86 millones. Un tercio de la población de la región vive en la pobreza, y el 14% en la pobreza extrema, un total de 287 millones de personas.

El hambre en la región está en su punto más alto en 20 años, con el 40% de la población de la región viviendo con «inseguridad alimentaria moderada o severa», un aumento de 60 millones sólo durante el primer año de la pandemia. El panorama es deprimente. Aunque los gobiernos de la región respondieron de diferentes maneras a los retos de la pandemia, la mayoría de las razones del desproporcionado impacto del Covid en la región son estructurales, como exploraremos en nuestro próximo artículo.

* Nicolás Forsans: Profesor de Gestión y Director del MBA en la Universidad de Essex, Reino Unido. Codirector del Centre for Latin American & Caribbean Studies y miembro de numerosas sociedades y grupos de reflexión latinoamericanos, Nicolás investiga los retos económicos y sociales de la región en general, y de Colombia en particular.

(Traducido por Mónica del Pilar Uribe Marin)Fotos: Pixabay

La Serie:

América Latina en un mundo post-Covid: Evaluando los daños de la pandemia.

América Latina en un mundo post-Covid: Daños económicos, un cuadro deprimente.

América Latina en un mundo post-Covid: El trabajo durante la pandemia.

América Latina en un mundo post-Covid: El costo de las desigualdades.

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