Los combates en Ucrania se han intensificado mucho desde que se rodó la película en 2019. Compartir en comunidad es esencial para que las familias afronten los problemas que las traumatizan. La gente necesita un espacio para contar sus historias. La sociedad de consumo fomenta una pasividad que hay que superar.
Graham Douglas
Lesia Diak sigue hablando con The Prisma sobre su película “Dad’s Lullaby”, centrada ahora en cuestiones sociales más amplias, especialmente la necesidad de que las familias de veteranos de guerra se organicen colectivamente para apoyarse mutuamente y no perder la esperanza.
Un soldado que regresa ha venido de otro país, el país de la guerra, donde todavía tiene amigos y camaradas que luchan, y como los supervivientes de un accidente se sienten culpables por haberse librado. Esto supone un enorme estrés para las familias, que nunca han experimentado el trauma y no comprenden la incapacidad del veterano para aceptar el afecto, y muchas parejas se separan como consecuencia. También la cineasta se compara con otros que han ido al frente a filmar, mientras que ella no.
El trauma también plantea cuestiones profundas a nivel personal y político, que el apoyo comunitario puede proporcionar un espacio para compartir y discutir. La película se rodó en 2019, antes de la invasión rusa a gran escala, por lo que las pérdidas han aumentado, y el trauma también.
La cineasta reflexiona también sobre la naturaleza de la sociedad de consumo, impulsada por empresas internacionales algunas de las cuales se benefician de la guerra, ya sea en Ucrania o en Palestina y Líbano. Un consumismo que también protege o impide a la gente pensar en cuestiones existenciales más profundas.
Serhiy tiene muchas preguntas, teme la posibilidad de divorciarse y le preocupa que sus hijos sólo le necesiten para comprar helados. Yo veía esto como inteligencia emocional, pero también me preguntaba si este cuestionamiento es un síntoma de TEPT.
Este tipo de experiencias obligan a la gente a hacerse preguntas existenciales, a ver cosas del mundo que antes estaban ocultas. Y se dan cuenta de que estas preguntas no tienen respuestas prácticas, lo que contribuye a que sufran depresión. Es muy difícil dejar de plantearse retos constantemente, pero es una forma negativa de pensar, como que mis hijos sólo me quieren por las cosas que les puedo comprar. Los retos y la autorreflexión pueden ayudarnos a crecer como personas, pero en exceso no es bueno, porque la persona se frena a sí misma y pierde la esperanza.
En Estados Unidos, los veteranos de guerra tienen un lugar de transición al que pueden acudir las personas que regresan de la guerra antes de volver con sus familias, y tenemos que trabajar en ello en Ucrania.
Necesitas dignidad para que te apoyen incluso con la salud mental.
Creo que en un momento dado se planteó que la participación de Serhiy en la película le ayuda a crecer y a reflexionar, pero también le distrae de hacerlo, le protege…
Es muy difícil. Por supuesto, sólo puedo imaginar lo que está experimentando. Pero creo que la gente necesita procesar el dolor y la pena del pasado y al mismo tiempo avanzar en el presente, no centrarse sólo en un proceso.
Es como el duelo por la muerte de alguien: hay etapas que hay que superar. Después de que Serhiy se separara de su familia no quería hablar, no cogió el teléfono durante seis meses, llegó a una etapa de darse cuenta de algo amargo, difícil en su vida y luego, cuando volvió a la guerra, no estuvimos en contacto.
Pero sí, le permitió sentir que seguía siendo una buena persona, estaba trabajando y ayudando económicamente a su familia en Canadá.
¿Está en contacto con su mujer?
Sí, Nadiia vino a París, y fuimos a una proyección para alumnos de instituto y sus profesores en el Foro Normandía por la Paz. La proyección fue una experiencia importante para ella porque aprendió algo sobre los recuerdos de Serhiy, de los que él nunca hablaba. Ya no son pareja, pero ella le está ayudando a solicitar un visado canadiense porque comprende su necesidad de ver a sus hijos. Han crecido mucho como personas, quizá ella le haya perdonado. Los niños son mucho mayores ahora, hablan inglés con fluidez y quizá encuentren un futuro mejor.
La película trata de la época hasta 2019. La invasión rusa a gran escala ocurrió después. ¿Le ha dado eso una perspectiva diferente a la película que ha hecho?
En 2019 había 500.000 veteranos, ahora son dos millones, y casi todas las familias se han visto afectadas por la guerra. Ahora se entiende mejor a la gente como Serhiy, pero es difícil tener esperanza porque la sociedad está muy dividida. Hay quienes han perdido a un ser querido y quieren hablar de la persona que han perdido, necesitan reconocimiento y apoyo.
En 2022 hice una película llamada «Heridas«, con mujeres en un centro de rehabilitación para personas que habían perdido maridos o hijos, y esos 10 días que pasé con ellas me cambiaron por completo, no podía dormir después de lo que había oído. Era como otra realidad, es difícil de situar, pero al mismo tiempo esta energía de rabia y dolor da a la gente la fuerza para luchar por sus derechos. Algunas escriben poesía; otras son activistas que organizan talleres de arte para otras madres y viudas.
Hay mucha gente que se ha convertido en nuestro escudo. No sé qué decir porque no me siento uno de ellos. Hago mis películas e intento reflexionar, pero me siento culpable porque mi salud física y mental no me permite ayudar a mi país en toda mi extensión. Tengo miedo de no durar mucho en el ejército, pero otras jóvenes cineastas no tienen miedo y están ahí luchando. Es muy difícil mantener la cordura en esta realidad, y después de la invasión a gran escala nos dimos cuenta de que necesitamos organizarnos en grupos, porque no puedes enfrentarte sola a estas cuestiones internas. Me alegra que la gente esté iniciando estos procesos, porque hay mucha gente que vuelve de la guerra discapacitada, tras amputaciones o heridas horribles, que se está levantando y contando sus historias. Está ocurriendo más ahora que en 2019.
¿Algo más que decir?
Estaba pensando que vivimos en este mundo consumista, que se supone que nos entretiene, nos hace felices, y mucha gente quiere alejarse de las noticias. Eso es sano, pero deberíamos cuestionarnos más, y hablar de estas cuestiones con nuestros hijos para prepararlos para el mundo en el que están. Es increíble lo que está ocurriendo en Palestina, tantos periodistas y cineastas han muerto ya allí, las voces de mentes brillantes son silenciadas. Tenemos que encontrar formas de ser más activos en las redes sociales, en las ONG y en los festivales de cine, para ser honestos con nosotros mismos. Por supuesto, es muy difícil y nos hace sentir deprimidos, en estas reflexiones y replantearnos nuestras vidas, pero creo que es la única manera, desafiarnos constantemente a nosotros mismos, que el mundo consumista que hemos construido no está bien. Todavía hay muchas empresas internacionales presentes en Rusia, y contribuyen a la guerra de Rusia contra Ucrania, ya que están pagando impuestos allí y el gobierno ruso está convirtiendo este dinero en misiles y aviones no tripulados que se disparan contra las ciudades y pueblos ucranianos, para matar a los ucranianos, para destruir los hospitales y las infraestructuras para que la gente sufra cortes de electricidad, sin poder calentar la leche para sus hijos en invierno.
(Traducido por Monica del Pilar Uribe Marin) – Fotos suministradas por la entrevistada Lesia Diak, titular de los derechos de autor de los fotogramas de Dad’s Lullaby, y autorizadas para su publicación.